MARCHA 18F


Mañana a las 18, desde el Congreso, hasta Plaza de Mayo, será la tan anunciada marcha para honrar la memoria del fiscal Alberto Nisman, quien apareció muerto en su departamento de Le Parc en circunstancias dudosas. El magistrado había denunciado a la presidenta y a funcionarios del gobierno por encubrimiento en la causa AMIA.
Así las cosas la marcha, que se presume multitudinaria, ha tenido una difusión impensada por acción del propio gobierno.
Con el argumento de descalificar a los organizadores y a los que van a participar, el kirchnerismo se transformó en el gran alentador de la marcha.
Golpistas, destituyentes, narcos, antisemitas, etcétera, fueron algunos de los calificativos que utilizaron los hombres del gobierno para referirse a los fiscales convocantes.
Los que llamaron a la marcha se encargaron de repetir en todos los programas en que estuvieron que el objetivo de la marcha es el silencio, para honrar la memoria del fiscal.
Se pidió que no se lleven carteles, pancartas, banderas partidarias, etcétera, simplemente que con el silencio se grite la necesidad de reconocer a quien murió en ejercicio de su deber.
Precisamente en principio participará de la marcha la hija mayor del fiscal y la ex esposa, doctora Arroyo Salgado, a la sazón jueza.
 Resulta curioso que la presidenta no hable de la marcha y que ni siquiera haya dado las condolencias a la familia.
En un país democrático, pluralista, con libertad, el gobierno busca aglutinar a todas las fuerzas políticas para marchar en paz a fin de honrar la memoria de un fiscal. No se llega a justificar que en lugar de ello, se arme un acto en Zárate -la presidenta anuncia la inauguración de Atucha II- con festival y empanadas.
CFK habla de alegría y silencio. Nuevamente con la bipolaridad de "nosotros y ellos" alimenta la idea de dos países, esa famosa grieta que ha sido el gran rédito de la década ganada.
Mañana se marcha para que la Nación rinda el homenaje a su fiscal federal. Ojalá nadie aproveche la convocatoria para hacer alguna "picardía" y ensuciar un loable propósito en un país que busca su destino.
No olvidemos que es un año electoral. La marcha no es política -aunque todos dicen que política es todo- de todas maneras puede servir para tener una lectura acabada del momento que vive la Argentina, cuando la democracia transita más de tres décadas de vigencia.
Nada de golpe, blando o como se lo quiera tildar desde los críticos, simplemente expresión de una sociedad que quiere gritar, con el silencio, que está más viva que nunca.

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