NN LP Y LA PRENSA


Sigue apareciendo artículos periodísticos en Europa sobre los bailarines Nicole Nau y Luis Pereyra, y la gira con el espectáculo Vida, con más de 90 fechas en el programa del Nuevo Mundo. En este caso, notas aparecidas en el Koln Jornal y EJZ.
Le preguntan a Nicole, que es alemana, cómo logró que el correo argentino le dedique dos sellos postales, máxime teniendo nacionalidad germana.
"El correo estaba buscando la imagen para el sello del centenario del tango, que se festejaba en el 2000. En ese momento había una postal mía, con una pose clásica de tango en un vestido rojo. Alguien la pintó y mandó esa pintura para la selección. Y justamente esa imagen fue elegida. No sabía nada de eso, hasta que amigos me lo dijeron. Fui al correo y compré ese sello. Es un sello de 75 centavos, alcanzaba para mandar una carta. Una sensación muy especial fue manda runa carta con Mi sello", sostuvo Nicole.
En cuanto al segundo sello, dijo que en ese caso no fue casualidad. "Eran los festejos de la amistad entre Japón y Argentina en el 2001. En ese momento ya era muy conocida en Buenos Aires: la alemana que bailaba tango. En ese segundo sello está mi nombre, el primero era anónimo. Pero jamás mostré los sellos en Argentina porque creo que un argentino se merece más que yo estar allí".
Recordó que el tango llegó a su casa en Dusseldorf cuando un folletito quedó enganchado en su taco. Era una publicidad para una clase. La música, dice, la conmovió, le dio sensación de rebelión, de fuerza, de anhelo. "Sabía que el tango y yo tenemos que ver. Ahí tenía más o menos veinte años".
Reflexiona sobre la danza, calificándola como "improvisada de la pareja dependiente. Eso junto es muy interesante. Hombre y mujer son una unión, una sola pareja, una sola cosa durante el baile. Pero cada uno con su rol muy definido y su sentir propio. La mujer baila la marca del hombre, pero a la vez interpreta lo que él lleva. Es un juego de espacios, de cercanía y de distancia, en el que hay que estar muy atento y despierto, sí, hasta concentrado".
Nicole no coincide con la definición de un británico que dijo que el tango es una expresión vertical de un deseo horizontal, y recuerda que otro cliché, del maestro Enrique Santos Discépolo, sostiene que el tango es un sentimiento que se baila. "A mí me gusta la comparación de dos caras serias y cuatro pies alegres, porque el tango tiene mucho que ver con la concentración. "Ambos bailarines toman contacto a través de la música. Uno está ocupado con la música, la marca, el sentir y el bailar. Los pies y las piernas pasionalmente descubren los espacios en el espacio de las piernas. Todo lo que pueden hacer las cuatro piernas entre sí, dentro del radio del abrazo. Eso es la pasión".
La artista proclama que hoy "Argentina es mi hogar. Aquí está mi casa, vivo mi vida con mi marido Luis, aquí está mi cepillo de dientes. Pero los pagos siempre serán donde por primera vez brotó mi vida. Donde uno nace como una plantita y donde uno asocia cuando llega la primavera. Mis pagos serán siempre Dusseldorf y Alemania.
Se le pregunta cómo se arregla con el machismo argentino. "Yo me siento mejor que en Alemania. Aquí hay un rol natural del ser mujer. Quizás en mis principios he quedado en el tiempo como ser mujer, soy muy tradicionalista. Soy muy sensitiva y percibo cosas entre líneas. Emocionalidad e intuición son calidades altamente muy femeninas. En Argentina las puedo vivir naturalmente, eso me gusta.
Otra requisitoria se refiere al secreto del éxito. "Soy incansable, y cuando la cosa empieza a ser difícil y penosa no tiro la toalla. Cada vez que me caí, me volví a levantar. He sido humillada en mi carrera de bailarina, pero no me sacó de mi camino. Siempre tuve una visión en mi cabeza y en mi corazón. Ese llamado inicial, lo que me ayudó a soportar lapsos de sed".
"Siento que soy no sólo bailarina sino artista. Tengo una bendición, ese llamado inicial, ese don de Dios. Hay que llevarlo con mucho respeto, y hay que llevarlo también cuando se siente el peso de la cruz. Y lo más importante, volver a cuestionarse siempre. 
"En los primeros años de mi baile, de mi aprendizaje, me enseñaron el cliché, y caí en la trampa. Sólo se trataba de esas cosas de apariencia, tacos altos, vestidos sensuales, caras de tango. Actuaba ese rol pero mi alma buscaba profundidad. Sentía, más allá del éxito, que no podía bailar el tango de verdad, que no era mío. Mi salvación era mi marido Luis. El era muy honesto conmigo y me decía: lo que bailas es un disparate".
"Cuando el que te lo dice es tu marido, el hombre al que amas, a quien le querés gustar más que a nadie, con el que querés bailar al mismo nivel, quien es tu primer amor verdadero, tu único amor, cuando esa persona te dice que sos un estorbo en el baile, es un golpe fuerte. Eso por años era difícil. Por años no entendía lo que era bailar de verdad. Siempre andaba un paso atrás. Luis es un artista excepcional. Baila desde los 5. Y tenía razón.
Por eso, reconoce, volvió a estudiar. "A los 38 años. Luis se esforzó mucho en ayudarme. Todo lo que aprendí antes, lo volví a revisar. Tardé mucho, tuve que volver a ser humilde".
"Ahora sí siento que soy buena. Desde hace dos años. Siento que puedo bailar la música como es. Realmente entiendo la cultura, el tango. Ya mi cuerpo no estorba".
Se le pregunta si está nerviosa con esta gira enorme. "Sí, porque justamente el año pasado el espectáculo tuvo un enorme éxito. Diariamente teníamos al público de pie. Las expectativas del público son muy altas. Me va como una vez lo describía Pavarotti. Decía que con cada actuación se ponía más nervioso porque tenía que superarse en cada presentación para jamás desilusionar al público".

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