ESPERANZA


El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió la XIX edición de la Misa de la Esperanza, que fue anoche en el Cruce Varela, el centro geográfico de la diócesis, donde confluyen los tres partidos que la componen: Berazategui, Varela y Quilmes.
En esta ocasión el lema fue "Que la droga no nos robe la esperanza" y la intención de la celebración diocesana fue por todas aquellas personas que de manera directa como indirecta sufren a causa de la adicción a las drogas y del flagelo del narcotráfico.
El acto contó con la asistencia de unos 4000 fieles, y junto a monseñor Tissera estuvo monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo Moreno, así como un centenar de sacerdotes y diáconos.
Maletti participó porque estaba en Quilmes a raíz de un encuentro nacional de dirigentes de comunidades eclesiales de base.
Durante la misa, un grupo de jóvenes que está recuperándose de la adicción a las drogas, brindó su testimonio sobre las adicciones en su vida.
También acompañó el acto un grupo de veteranos de Malvinas y el jefe comunal de Florencio Varela, Julio César Pereyra.
Asimismo, la Misa de la Esperanza significó la apertura del trienio hacia los 40 años de la diócesis de Quilmes, aniversario a celebrarse en 2016 pero que desde ahora todas las comunidades diocesanas comienzan a vivir y a preparar.

La homilía

Monseñor Tissera señaló que "la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás" (Documento de Aparecida, Brasil).
Destacó en ese sentido al padre obispo monseñor Jorge Novak "quien tuvo la inspiración de celebrar esta Misa de la Esperanza desde 1996. Coherente con el respeto a las instituciones de la democracia, por la que tanto luchó, y a los principios que rigen las relaciones de la Iglesia y el Estado según el espíritu del Concilio Vaticano II, Novak no dejó de denunciar aquéllo que ofendía la dignidad humana, que hacía crecer la pobreza, que condenaba a la muerte o a la marginación a miles de argentinos. Por eso, cuando convocó a esa primera Misa de la Esperanza decía: Nuestra manifestación tiene un carácter estrictamente religioso. No interpretamos a sectores sociales determinados (políticos, sindicales, profesionales...). Abarcamos a todos nuestros fieles, y a los vecinos que quieran sumarse a esta convergencia humana, en la que expresamos el dolor y la esperanza de todos los niños, de todos los jóvenes, de todos los jubilados, de todos los padres y madres de familias que atraviesan una gran angustia existencia... Nuestra presencia en un lugar público, en un país que respeta la libertad religiosa, equivale también a un llamado urgente a la sociedad toda. Un llamado a cambiar el rumbo de los hechos que causan víctimas indefensas en la población. Apelamos a devolver a la convivencia las características humanitarias de respeto a todos, especialmente a los más humildes, que fueron notas distintivas en nuestra tradición nacional".

Jorge Novak

Tissera continuó recordando a monseñor Novak, y señaló que poco antes de morir dijo en un comunicado: "La violencia y la droga se han instalado en nuestros barrios. Además de la crítica situación social no cabe duda que hay una estrategia teledirigida desde la concentración del poder en el mundo y que cuenta con testaferros fidelísimos e incondicionales en nuestro país".
"Esta es la apreciación de un pastor, que está en contacto con la gente, que escucha sus dolores y preocupaciones reales y a la vez, conocedor de la realidad global".
Más adelante Tissera recordó el documento de Aparecida en el 2007, cuando los obispos de Latinoamérica y el Caribe dijeron que el problema de la droga "es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia" (Documento de Aparecida).

En los barrios

Tissera subrayó que el año pasado los obispos de la Argentina se expresaron sobre el drama de la droga y el narcotráfico. "Puedo decir qué es lo que escucho tantas veces cuando visito nuestros barrios en distintas ocasiones, o lo que me cuentan en el obispado tantas personas. Madres y padres que no saben cómo ayudar a sus hijos que han caído en el consumo. Temor por lo que ven en las calles. Miedo de hablar. Muertes por enfrentamientos de grupos que comercian. Dolor de padres que pierden a sus hijos por sobredosis. El desaliento de los jóvenes que quieren trabajar honestamente y ven cómo otros pares ganan dinero, tienen una moto u otras cosas, sin ningún esfuerzo o trabajo, enredados en turbios negocios. Como decía ese documento "cuando este mal se instala en los barrios destruye las familias, siembra el miedo y desconfianza entre los vecinos, aleja a los chicos y a los jóvenes de la escuela y el trabajo. Tarde o temprano algunos son captados como ayudantes del negocio. Hay gente que vende droga para subsistir, sin advertir el grave daño que se realiza al tejido social y a los pobres en particular".
Más adelante Tissera mencionó palabras del Papa Francisco, quien señaló que la droga es un mal y ante el mal no se puede ceder ni tener compromisos. "Quisiera decirlo claramente: la droga no se vence con la droga... Quiero reiterar lo que dije en otra ocasión: No a cualquier tipo de droga. Simplemente, no a cualquier tipo de droga. Pero para decir no hay que decir sí a la vida, sí al amor, sí a los demás, sí a la educación, sí al trabajo, sí a más oportunidades de trabajo. Las oportunidades de trabajo, la educación, el deporte, la vida sana, éste es el camino que lleva a la prevención de la droga. Si estos sies se hacen realidad no hay espacio para las drogas, para el abuso del alcohol, para otros tipos de adicciones".

Las medidas

Tissera alertó sobre la realidad en los barrios y exigió medidas urgentes. "Si las dirigencias políticas y sociales no toman medidas perentorias costará mucho tiempo y sangre erradicar estas mafias que han ganado espacios cada vez más vastos. Es cierto que el desafío es enorme y el poder de corrupción y extorsión de los grupos criminales es grande. Pero no es verdad que nada se puede hacer. La complejidad de este tema es tal que sólo será abordado eficazmente por medio de amplios consensos sociales que deriven en políticas públicas de corto, mediano y largo alcance" (CEA Doc. Cit 6-7).
"Entiendo que la agenda política debe responder a las necesidades de la gente. Defender a las familias del monstruo de la droga es una necesidad de nuestra gente. Y con más razón, una necesidad de los más pobres e indefensos, que jamás podrían comprar la droga que erróneamente algunos califican como inofensiva y entonces, será el paco el que seguirá quemando el cerebro de lo más tierno de nuestra sociedad. A veces, la ambición del poder en cualquiera de sus formas, hace olvidar la necesidad de los humildes.

León Gieco

"Que la droga no nos robe la esperanza". La droga es un monstruo grande y pisa fuerte, parafraseando a León Gieco. Es como la guerra, que todo lo destruye. Es sinónimo de muerte. Muchos dicen que nada se puede hacer. Un ejemplo de lucha y de paciencia en el combate fue y será nuestro querido obispo Jorge y tantas hermanas y hermanos que vivieron el embate de tantas injusticias y flagelos que atentaban a la dignidad humana. Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo (EG 87). Se trata de encender una luz en la oscuridad. De vencer el mal a fuerza de bien. Ese es el camino del creyente, de una mujer y de un hombre de esperanza. Es lo que nos anima para no bajar los brazos y vivir esa Palabra divina: Tuve hambre y ustedes me dieron de comer. Tuve sed y me dieron de beber. Estaba de paso y me alojaron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y me vinieron a ver.

Aliento

Volvió a decir el lema de la convocatoria: que la droga no nos robe la esperanza. "Alentamos desde aquí a todos los que buscan una salida. A los que han caído en el consumo, te decimos: Podés levantarte, podés comenzar de nuevo. Jesús carga con vos tu cruz, pero dejate ayudar. Saldrás, pero nunca solo.
Alentamos a los que no bajan los brazos en esta lucha. A las madres que se organizan para ayudar a sus hijos. A los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana.  A los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse. A los comunicadores que hacen visible esta problemática a la sociedad. A los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los jóvenes. A los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestras comunidades brindan espacios a la dignidad humana.
A los miembros de las fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras del estado, que aún a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren.
A todos los que desisten la extorsión de las mafias.
"Que la droga no nos robe la esperanza". Junto a Jesús que perdonaba a los que lo crucificaron también rogamos por la conversión de los que viven del sufrimiento y de la destrucción de tantos chicos y chicas. Pedimos al Señor, anhelando una justicia más eficiente que erradique sin demora tanta impunidad.
"No dejemos que nos roben la esperanza. Queremos ver niños alegres y jóvenes entusiastas y generosos en nuestros barrios. Que la droga no les robe sus ganas de vivir plenamente. Si matan y adormecen los sueños de los jóvenes, ¿qué futuro habrá?
"Ayudémonos entre todos. Salgamos de nuestra privacidad cómoda, y estemos unidos junto a los más frágiles y débiles. Sigamos con los que reclaman un pedazo de tierra para vivir dignamente, sigamos acompañando el dolor de los que pierden a sus hijas por el negocio abominable de la trata de personas, sigamos apoyando las políticas de verdadera inclusión.
"Que la Virgencita de Luján nos acompañe en la construcción de la cultura del encuentro y la solidaridad, buscando hacer realidad el sueño de nuestro padre obispo Jorge "la civilización del amor".
Extensa e intensa homilía del obispo de Quilmes, monseñor Tissera, con el flagelo de la droga como expresión para que los responsables tomen cartas en el asunto y eviten que este mal se expanda.

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