QUILMES 78

Parece mentira, pero es verdad. Mañana se cumplen 36 años del mayor logro futbolístico de la historia del Quilmes AC: el título Metropolitano de primera división.
Aquella histórica tarde de domingo en Rosario, el Cervecero le ganaba a Central 3 a 2 y se coronaba campeón de un torneo de 42 fechas, donde la lucha hasta el final fue con Boca Juniors.
Una multitud quilmeña se trasladó a Rosario e inundó la ciudad, volviendo por la ruta 9 con su alegría a cuestas.
La ciudad se vistió Cervecera y se festejó hasta las primeras horas de la madrugada en el viejo estadio de Guido y Sarmiento.
El equipo, dirigido por José Yudica, y con figuras como los arqueros Palacios y Tocalli, los defensores Zárate, Milozzi, Medina, Fanesi, los volantes Gáspari, Salinas, Bianchini, Indio Gómez, Milano, los delanteros Filardo, Andreuchi, entre otros, le dieron al club y a la ciudad el título más destacado de la historia de la institución.
36 años sin duda parece una eternidad, y sin embargo, queda en la historia como el último gran momento del decano del fútbol argentino en la primera división (en el lapso sólo podrían anotarse el subcampeonato nacional, detrás del Ferro de Carlos Griguol en 1982, y los 60 puntos tras el ascenso con el técnico Gustavo Alfaro, que permitieron jugar la Copa Libertadores de América en el 2004).
Mucha agua ha corrido bajo el puente en estos años, lamentablemente nunca hubo un proyecto sólido para sostener la permanencia en Primera, así se dieron subas y bajas por doquier, como un ascensor.
Incluso hubo más de una década sin ascensos, con historias desopilantes, como la de la Bruja de Chascomús.
Lo cierto es que en estos años pasaron jugadores, técnicos, dirigentes, etcétera, y nunca se logró una base sólida, sostenida por un proyecto coherente.
En este lapso, incluso, hubo gerenciamiento -fue el primer club que adoptó esta figura con el Exxel Group, que sirvió para paliar el déficit y evitar la quiebra pero que no dejó una buena impresión de cara al futuro- como se pretende repetir ahora, cuando las deudas superan los 200 millones de pesos.
En fin, Quilmes vive de recuerdos, lamentablemente, cuando el presente no debería ser así, recuerdos que se agigantan y que saben a leyenda y utopía a la vez.
Curiosamente en aquel 78 el presidente era el doctor Julio Cassanello -posteriormente intendente de facto de la ciudad- acompañado por el doctor José Luis Meiszner, hoy secretario general de la Conmebol y según se dice presidente del club en las sombras, porque el actual, el senador Aníbal Fernández, está literalmente desaparecido del club (más proclive a su actividad política, su calidad de senador nacional y presidente de la Confederación Argentina de Hockey, que ocuparse de una institución en la que alguna vez dijo que sólo uno podía estar en el club, porque de lo contrario sería choque de planetas, por supuesto refiriéndose al doctor Meiszner) y no sabe, no contesta, no aparece cuando Quilmes es noticia por las deudas, los empleados con varios meses sin cobrar, el presente futbolístico deplorable, aunque con el menor presupuesto de todos los clubes de primera...
En fin, los jóvenes no vivieron la alegría del 78, ni siquiera se pueden dar cuenta de lo que fue y de lo que es en la historia del QAC. Ellos siguen sufriendo por la camiseta y por los errores que se repiten año tras año, con dirigentes atornillados al poder que no han sabido ni podido darle una identidad. Ni siquiera se han tomado el trabajo de mirar al costado para tomar los ejemplos de instituciones que hoy son modelo en el fútbol argentino, como podrían ser Vélez y Lanús.
Se ha integrado un plantel superior gasolero, muy austero, con chicos de la cantera que todavía no han comprendido lo que significa jugar en Primera, con un técnico formado en el club, que conoce mejor que nadie lo que es Quilmes y que no se ha ido -tal como lo ha dicho en los medios- porque éste es SU Quilmes y no quiere irse así. Todavía sueña con un cambio, que hoy más que nunca pasa por un resultado positivo como podría ser nada más ni menos que ganarle el sábado al Velez de Prato y compañía.
Quilmes sigue festejando el pasado, y hoy a 36 años de la gloria padece el infierno propia de una dirigencia que no ha podido demostrar que puede cambiar tantos años de infortunios. ¿Alguna vez cambiará la taba?

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