PERDIO QUILMES

En su estadio, Quilmes perdió 2 a 0 con Lanús, por la octava fecha del torneo de primera división. El técnico, Pablo Quattrocchi, reconoció que había presentado la renuncia, si de esa forma se podía descomprimir las cosas de cara al futuro, aunque en principio los directivos le habrían ratificado la confianza.
Quilmes tuvo dos minutos fatales, que finalmente decidieron el resultado.
Porque era un partido equilibrado, pero sobre el final del primer tiempo llegó el penal que el árbitro Néstor Pitana sancionó para Lanús, por una mano de Cabral. Las imágenes en el estadio y también en televisión parecieron dar la razón a los jugadores de Quilmes, que protestaron la medida del juez, entendiendo que no había habido intención de mano.
De todas maneras, decretado el penal, Romero lo tradujo en gol. Y un minuto más tarde, se equivocó el Cervecero y lo aprovechó el Granate para poner el 2 a 0, con un gol en contra de Cabral (el chico debutaba en la primera quilmeña y seguramente nunca se olvidará. Pero también deberá entender y recordar que alguna vez Ubaldo Matildo Fillol debutó en la primera de Quilmes, y ese día, ante Huracán, le convirtieron seis goles, y con el tiempo Fillol se transformó en uno de los más grandes arqueros que pasó por el fútbol argentino).
Con el 2 a 0, el partido prácticamente quedó sellado en el resultado. Porque Quilmes se desordenó en el segundo tiempo, tuvo alguna que otra situación aislada, y volvió a padecer la falta de concreción, mientras que Lanús, haciendo valer su jerarquía, mantuvo la diferencia y pudo haberla ampliado, si el pelado Silva, por ejemplo, hubiese estado más efectivo, o si Pitana hubiera dado alguno de los dos penales que ocurrieron en el área local.
Quedó como saldo la gran diferencia entre un equipo hecho y derecho, con trabajo, años, seguridad, jerarquía, resultado de una institución manejada con criterio, como es Lanús, y este Quilmes, con una defensa plagada de pibes, que pagó caro su falta de experiencia y que en ese segundo tiempo se comió una baile de aquellos con la sola intención de lateralizar el juego, buscar el desequilibrio sobre todo en el lado derecho de la defensa quilmeña, incluso hasta perdonando al local para no llegar a una goleada histórica.
Quilmes tendrá que pagar el derecho de piso, porque hoy es tiempo de fútbol gasolero, con más deudas que los Perez García -lo pueden atestiguar los empleados del club o los entrenadores de inferiores, a los que les deben varios meses- y eso repercute en la necesidad de apostar al campeonato económico, quedando lo deportivo en las espaldas de los pibes de la cantera en su gran mayoría, con lesionados, suspendidos, etcétera.
Pablo Quattrocchi se hizo cargo de este hierro candente, porque ningún técnico quiso hacerlo, al menos con las condiciones económicas que le ofrecía el QAC, y con madurez, hoy ha dicho que está dispuesto a dar el paso al costado si eso sirve, aunque se siente con ganas de seguir para revertir esta situación.
En el torneo no hay descensos, pese a que el promedio importa. Hoy hay que bancar lo que viene con lo que hay -el próximo partido será nada menos que en la Bombonera con Boca- y habrá que esperar que pueda volver el Chapu Braña, para darle al medio el equilibrio que le ha venido faltando en los dos últimos encuentros.
Cabral, Alegre, Suárez, González, Carrasco, López, Hipperdinger... son algunos de los nombres de los chicos del club.
Hoy es tiempo de reflexión y de análisis. En un club, donde el presidente está ausente -porque no concurrel club y está más preocupado por el kirchnerismo y su presente que por el QAC, a tal punto de que mientras Quilmes sufre esta derrota con Lanús, Aníbal Fernández acompaña a la comitiva presidencial para visitar mañana al Papa Francisco- no se puede pedir que no suceda, deportivamente, más de lo que en realidad pasa. Porque Lanús es el mejor ejemplo en materia de diferencias: cuando las cosas se hacen bien, difícilmente se pueda resignar un resultado. En todo caso, al coherente hasta le favorece un penal, como en este caso, que puede dejar dudas, es cierto, pero que no se puede discutir demasiado cuando un minuto después, el que va perdiendo comete un error grosero, y el que mejor anda lo festeja... con un gol en contra de un Cabral, que seguramente esta noche no podrá dormir.
Ya vendrán tiempos mejores, Quilmes. Su hinchada se fue cantando la bronca, apuntando a los dirigentes la
famosa canción... "culpa de los dirigentes...". Meiszner, Aníbal, centro de las diatribas de los hinchas que siguen pensando que el Decano necesita, más que jugadores o técnicos, DIRIGENTES.

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