QUILMES ... ¿Y AHORA?

Parece mentira, porque a nadie le gusta perder, mucho menos cuando el resultado es 4 a 0, con el cachetazo que recibió esta tarde Quilmes en cancha de Racing frente a Bánfield, por la Copa Argentina.
Todos los errores se cometieron en esta ocasión, dejando en el aire una serie de interrogantes y sin respuestas ante la bronca del hincha.
Recién se jugaron dos partidos -el primero en el torneo de primera en Rosario y el de hoy- y las imágenes han sido con claroscuros. Porque después del buen primer tiempo en Rosario, se dio vuelta el resultado con un equipo quilmeño que se metió atrás y no pudo o no supo sostener el buen desempeño del primer tiempo.
Hoy, con cambios en la alineación, Quilmes fue una sombra y Bánfield aprovechó todas las ventajas que le dieron.
Quedó como único dato positivo el hecho de que de ahora en más todas las baterías deben ser puestas en el torneo de primera, que no tiene descensos es cierto pero que necesita un nivel para afrontar los encuentros y terminar con una buena cantidad de puntos.
Golpe sin duda muy duro para el técnico Pablo Quattrocchi en sus primeros pasos como conductor y que tendrá que mostrar  el temple necesario para afrontar la realidad. Del mundo Quilmes no debe estar nada extrañado porque hace rato que tiene contacto, ya sea en su etapa de futbolista como en su vuelta como encargado de inferiores primero y ahora como técnico.
Hoy soplarán vientos de fronda, desde los que acostumbrados a criticar dirán que no se ha sabido traer refuerzos de jerarquía hasta los que mezclarán la política con la pantalla del fútbol.
La realidad, que es la única verdad, dice que ésto es lo que hay, con sus virtudes y defectos, hoy más estos últimos que los otros.
Pero en el club el presidente está casi ausente, más preocupado por su acción en el hockey -preside la Confederación- como con su carrera política, a tal punto que viene presentando un libro sobre los mensajes de Perón como conductor y que también anunció que se ha puesto en la carrera a la presidencia como uno de los precandidatos.
Si a eso sumamos el tema económico -Quilmes redujo su presupuesto en forma brutal, porque "plata no hay"-, si hubo que echar a 19 empleados porque las finanzas no alcanzan -por ahora el tema está en stand by hasta el viernes cuando haya una nueva reunión en el Ministerio de Trabajo-, entonces se podrá entender que la catástrofe de hoy es posible de suponer como eventualidad.
Lógicamente, quedan flotando múltiples preocupaciones. ¿Qué puede pasar de aquí al domingo?
Porque Godoy Cruz le ganó a Bánfield 3 a 0, y hoy El Taladro vapuleó a Quilmes 4 a 0, ¿Quilmes va a perder 7 a 0 el domingo en el Centenario?
Se sabe que en fútbol esto difícilmente pase porque, de ser así, no se sabe cómo puede terminar la historia de un domingo como el próximo.
Cabe esperar que la palabra del técnico sirva para aquietar las aguas y superar el golpe terrible de hoy.
Habrá que tener paciencia -eso lo dijo uno de los pocos jugadores que habló tras la derrota, Brian Sarmiento- aunque sí saber que en el fútbol moderno, por más que no haya descensos, este tipo de puñaladas deben ser aprovechados para que no se cometan más errores.
"En Quilmes no hay paciencia" dijo el comentarista Rubén Durán, y recordó que el técnico Ricardo Rezza en su momento sostuvo que "en Quilmes la paciencia dura cuatro partidos".
Se vienen momentos difíciles, una constante del mundo Quilmes. Apenas se jugó un partido del torneo y uno otro de la Copa Argentina -por suerte ese certamen quedó afuera y ahora sólo la mira está en el certamen de primera- ojalá se encuentre la claridad para no dejarse llevar por el árbol que tape el bosque.
Pero no olvidemos: Quilmes tiene un presidente ausente, que hoy más que nunca debería aparecer y dar la cara, por más pretensiones que tenga de presidir la Nación (claro, si va a manejar el país como hoy el club, pobre Argentina), un presupuesto más gasolero que nunca y hoy tantos interrogantes como se puedan suponer.
Como siempre, y vale la pena lamentarlo, Pablo Quattrochi será el principal foco de las broncas. No se le va a perdonar una nueva actuación como ésta, y tendrá que ser piloto de tormentas para que nave pueda enderezar el rumbo.
Entretanto una constante del mundo Quilmes: broncas, acusaciones, etcétera, algo que en los últimos treinta años se ha transformado en una mala costumbre.

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