TISSERA


Monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes, dejó su homilia en el Te Deum del 25 de Mayo en la Catedral. El mensaje del prelado se orienta en el mismo camino que días atrás señalaron los obispos, cuando hablaron de un país "enfermo de violencia" y la necesidad de abogar por la paz y la tolerancia.
Dice el obispo: "Hermanos y hermanas: hemos escuchado en el Evangelio el inicio del Sermón de la Montaña donde Jesús proclama las Bienaventuranzas. Días pasados todos los obispos de Argentina dimos a conocer a la sociedad un documento que titulamos precisamente con esas felicitaciones de Jesús: Felices los que trabajan por la paz.
"En los últimos párrafos decíamos: Nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira, que socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales (Catecismo de la Iglesia Católica, 2486).
"Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo. Estos síntomas son graves, sin embargo en el cuerpo de nuestra sociedad se encuentran también los recursos para afrontar el paciente camino de la recuperación.
"Todos estamos involucrados en primera persona. Destacamos ante todo el profundo anhelo de paz que sigue animando el compromiso de tantos ciudadanos. No hay aquí distinción entre creyentes y quienes no lo son. Todos estamos llamados a la tarea de educarnos para la paz. Nosotros creemos que Dios es fuente de toda razón y justicia  y que los peores males brotan del propio corazón humano.
"El vínculo de amor con Jesús vivo cura nuestra violencia más profunda y es el camino para avanzar en al amistad social y en la cultura del encuentro. 
"A eso se refiere el Papa Francisco cuando nos invita a cuidarnos unos a otros. Jesús nos enseñó que Dios hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos (Mt. 5,45). No hay persona que esté fuera de su corazón. En su proyecto de amor la humanidad entera está llamada a la plenitud.
"No hay una vida que valga más y otras menos. La del niño y del adulto, varón o mujer, trabajador o empresario, rico o pobre. Toda vida debe ser cuidada y ayudada en su desarrollo desde la concepción hasta la muerte natural en todas sus etapas y dimensiones.
"Jesús es nuestra paz. En El encontramos vida y vida abundante. A El volvemos a nuestra mirada y en El ponemos nuestra esperanza para renovar nuestro compromiso en favor de la vida, la paz y la salud integral de nuestra querida patria. Jesús nos dice: Felices, los que trabajan por la paz (Mt. 5, 9). Muchos ya lo están haciendo. Hay destacables iniciativas en escuelas, parroquias, clubes, talleres artísticos y otras organizaciones de la sociedad. Los alentamos a seguir siendo instrumentos de paz. Exhortamos particularmente a la dirigencia a desarrollar un diálogo que genere consensos, políticas de estado para superar la situación actual (Documento de la CEA, 8 de mayo 2014, números 8, 9 y 10).
"La patria es un don y también es la tarea de hermanas y hermanos que nos han precedido. Unos nacidos en esta tierra latinoamericana y otros venidos del otro lado del mar, todos cobijados por la misma bandera celeste y blanca.
"Para hablar de las cosas nobles y bellas los hombres recurrimos a la poesía, al canto o a la danza. Uno de nuestros poetas argentinos, que vivió años de gloria, miembro de la Academia Argentina de Letras, don Francisco Luis Bernárdez, en su poema a la patria nos dice: "La vive dulcemente de las raíces enterradas en el tiempo. Somos un ser indisoluble con el pasado como el alma con el cuerpo, como la flor con el perfume, como las llamas y la luz con el incendio, como la madre con el hijo que tiene en brazos, como el grito con el eco. 
"Mucho dolor fue necesario para sembrar lo que cantando recogemos. Nuestra nobleza está fundada con la firmeza del amor en todo aquello, como la roca en la montaña, como la dicha de la casa en los cimientos, como la piel en nuestra carne, como la carne dolorosa en nuestros huesos. Seres borrados por los siglos están velando por nosotros desde lejos cuando florecen los linares, sus ojos claros nos contemplan en silencios. Dios la fundó sobre la tierra para que hubiera menos llanto y menos luto. Dios la fundó para que fuera como un inmenso corazón en este mundo. Manos sin taza para el pobre, puertas sin llave, pan sin fin, sol sin crepúsculo.
"Dulce regazo para el triste y calor de hogar para el errante y el desnudo. La calidad es quien inspira su vocación de manantial y de refugio. En las tinieblas de la historia la Cruz del Sur le dicta el rumbo más seguro. Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y este rumbo.
"Por algo hay cielo en la bandera y un gesto noble y fraternal en el escudo. Gracias Señor por este pueblo de manos limpias, frentes altas y ojos puros. Gracias Señor por esta tierra de bendición y porque somos hijos tuyos. Señor ensénaños a amar nuestra patria, que es un don de tu amor, a cuidarla como un bien precioso, a cumplir nuestros deberes ciudadanos. Iluminanos para que podamos estimular a otros a vivir como ciudadanos responsables, honestos, justos.
"La Virgen de Luján, presente en el corazón creyente de tantos argentinos y argentinas nos anima y acompaña en nuestro empeño, porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes" (Documento de la CEA Nro. 11).
"Señor Jesús por medio de María de Luján te pedimos regálanos la alegría de vivir y convivir bajo tu luz".
       

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