ENTRADERA


El tema inseguridad sigue sacudiendo a los argentinos. Así vale la pena reproducir la nota escrita por el jefe de editorialistas de Clarín, Ricardo Roa, el pasado viernes 23 de mayo. Con el título de "Crónica de la entradera de un chico solo" relata el episodio que vivió su nieto Alejo.
"Volvía de la escuela a las 4 de la tarde, abrió la puerta de calle y con él se metieron tres bestias. Le ataron los pies con el cable del iPad y le pegaron en la cabeza y en el estómago para que les dijera dónde había plata. Estaba solo: su abuela aún no había vuelto del trabajo.
"Sigo con el auto la ambulancia del SAME hacia el Zubizarreta. Estoy aturdido como él y golpeado como él. Llegué tan rápido como pude después de que Teresa me avisara al diario. Abracé a Alejo en medio del caos de un asalto recién cometido, con placares y cajones vaciados sobre el piso como en los allanamientos de la dictadura y policías que habían llegado más rápido que yo y que nos contienen y nos ayudan.
"No sabía qué decirle y no quería llorar. El tampoco quería llorar, como el hombre que aunque no es, quiere empezar a ser. Le digo: -Ale, si querés llamar la atención de nuevo, elegí otra cosa porque me asustaste mucho.
Se ríe y me abraza. 
Pienso en el auto, las veces que nos han robado. La casa es un tipo chorizo en Villa Pueyrredón, un barrio que después de que lo nombrás hay que aclarar que está en la Capital. Clase media y media baja. Recuerdo la vez que me llevaron secuestrado a una villa y la que me robaron el auto en la puerta. A mi hijo Rafael lo metieron en la casa, como ahora a Alejo y lo molieron a golpes. A Teresa lo encañonaron y le sacaron el auto y lo mismo le ocurrió a Ruy, el padre de Alejo. Hubo más robos y arrebatos antes de esta entradera. Lo peor fue cuando desperté una noche con dos chorros con pasamontañas en mi dormitorio y pensé que no lo contaría. Lo conté en Clarín.
"Pienso también: es mucho pero sé que es nada al lado de las tragedias que han sufrido otros. ¿Nos estamos cuidando poco, que es cuidarse mal? Deberíamos avisarles a los chorros: Aquí no, ya nos robaron diez veces. Queda poco.
Hay una alarma ahora en la casa. Menos mal que no estaba conectada. ¿Qué hubiera pasado si suena y ellos están con Alejo dentro y creen que Alejo la activó? Siento más fuerte el miedo en el estómago.
 Son las 9 y 30. Estoy en la sala de espera del Hospital. Alejo por suerte está bien, o mejor dicho, no está bien pero no tiene lesiones internas. Falta ver las secuelas que no se pueden ver en los análisis de sangre ni en las radiografías. Le duelen el cuerpo y la cabeza y camino a comer algo me dice lo que le dijo uno de los chorros al irse: Tenés que darme las gracias porque somos buenos y no te matamos.
"No, fiera. Nada de gracias. Puedo entender qué te pasó en la vida y hacer cosas para que a otros no les pase lo que te pasó a vos, si es el caso. Pero pegarle a un chico no es ser bueno sino ser un hijo de puta.
Espero que te agarren sin que te toquen ni un pelo y que el fiscal no sea de Justicia Legítima, o sea que haga justicia y no política y que el juez no piense como Zaffaroni, o sea, un juez justo y no un juez demagógico. Y que vayas a la cárcel para que pagues y para que te rehabilites y no haya allí ningún Vatayón Militante, que es un mamarracho y nada más que eso".

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