SAGRADO CORAZON

Una carta publicada hoy en el correo de lectores del diario La Nación expresa los sentimientos de los familiaers de Carlos Marcelo Fernández Durañona, el joven abogado asesinado el pasado 17 de febrero en la zona de la Colonia, en Quilmes Oeste.
Bajo el título de "Devuelvan la paz", la misiva comienza diciendo que "a Carlos Marcelo Fernández Durañona, Car, nuestro ser querido, lo asesinaron en la puerta de su casa el 17 de febrero pasado. Secuestraron a su esposa y extorsionaron a un hermano de ella, para no matarla. El dolor es inconmensurable. Es imposible describir la dimensión del daño, su onda expansiva en el alma de todos.
Recuerdan que "él era el mayor de cuatro hermanos y de más de veinte primos hermanos. El primero de nosotros que jugó sonriente en las plazas de Quilmes. El primero de nosotros que caminó distraído, anduvo en bicicleta y corrió sin miedo, por las calles de nuestra ciudad. El primero de nosotros que en el jardín de la Escuela Sagrado Corazón de Jesús, en sus primeros años de fundación, trepó al gran árbol y creyó que tocaba el cielo. El primero que pisó el muelle de pescadores del Pejerrey Club, llegó asombrado hasta el final y descubrió allí una de sus pasiones. El primo mayor, que cuidándonos una vez más, entregó su vida heroicamente, en defensa de la familia. Su muerte física no ha sido en vano. Es una donación para que el porvenir de nuestros hijos, el de todos los hijos de la comunidad de Quilmes, Bernal, Don Bosco, de la provincia de Buenos Aires y del país, sea digno de ser vivido.
Agrega la carta que "por este medio acercamos nuestro dolor, transformado en amor, a todas las autoridades del país, para que las nutra de energía y las reúna en el compromiso público destinado a revertir la situación. Estamos inmersos en una visión materialista y superficial de la vida. Discutimos sobre el dólar, la inflación, el desarrollo productivo, los medios de comunicación, etc., y nos olvidamos del valor supremo y sagrado de la vida. La función primordial del Estado es garantizar la vida y la integridad física de todos y cada uno de los ciudadanos.
Y aquí preguntan: "¿De qué sirven los debates coyunturales si los ciudadanos no perciben que los gobiernos tienen como objetivo principal garantizar la vida? Hoy los peores miedos de los niños no están en su imaginación, sino en las calles. Debemos devolverles la tranquilidad de espíritu y la esperanza. Debemos recuperar la cultura del espacio público, el respeto al espacio compartido, donde nadie puede imponer su discrecionalidad, voluntad, fuerza o violencia. No podemos renunciar a la esperanza máxima de que nuestros hijos y las generaciones futuras caminen tranquilos por las calles.
"Por eso, en esta hora rogamos que con respeto absoluto de los derechos y garantías de la Constitución nos independicen de la delincuencia, de la droga y sus consecuencias y del narcotráfico, que nos devuelvan la paz en nuestros barrios".

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