En un excelente reportaje del periodista Matías Chamorro, la revista Veintitrés publica declaraciones del empresario teatral Carlos Rottemberg.
Primero compara el valor de la entrada teatral y lo relaciona con la economía argentina de los últimos treinta años. "Hace tres décadas en Mar del Plata con una entrada al teatro pagaba cuatro estadías en el estacionamiento. Hoy me cobran 150 peso por estadía diaria, lo que en promedio equivale a un ticket.
Agregó que "en el mundo y también en Argentina una entrada al teatro equivale a cinco para el cine. Entonces, comparo cuánto son cinco entradas al cine para darme cuenta si la entrada al teatro es más baja o no".
Se le preguntó que extrañaba del teatro en tantos años de empresario y señaló el caso del "telón de boca, con el público entrando a la sala y el telón tapando la escenografía, para dar lugar a la sorpresa.
Por último sentencia que "el teatro no está en crisis porque sigue siendo un hecho irrepetible y que no puede tener simultaneidad. Si alguien quiere ver por ejemplo a Norma Aleandro sabe que hay una sola que actúa en tiempo y forma y sin red en un lugar. No es la copia trucha del dvd ni tampoco la tecnología puede cambiarle la voz o el cuerpo. Aquí los defectos y virtudes se palpitan en vivo con el público de testigo, que es el que aprueba o reprueba al terminar la representación y así correr el boca a boca".
Primero compara el valor de la entrada teatral y lo relaciona con la economía argentina de los últimos treinta años. "Hace tres décadas en Mar del Plata con una entrada al teatro pagaba cuatro estadías en el estacionamiento. Hoy me cobran 150 peso por estadía diaria, lo que en promedio equivale a un ticket.
Agregó que "en el mundo y también en Argentina una entrada al teatro equivale a cinco para el cine. Entonces, comparo cuánto son cinco entradas al cine para darme cuenta si la entrada al teatro es más baja o no".
Se le preguntó que extrañaba del teatro en tantos años de empresario y señaló el caso del "telón de boca, con el público entrando a la sala y el telón tapando la escenografía, para dar lugar a la sorpresa.
Por último sentencia que "el teatro no está en crisis porque sigue siendo un hecho irrepetible y que no puede tener simultaneidad. Si alguien quiere ver por ejemplo a Norma Aleandro sabe que hay una sola que actúa en tiempo y forma y sin red en un lugar. No es la copia trucha del dvd ni tampoco la tecnología puede cambiarle la voz o el cuerpo. Aquí los defectos y virtudes se palpitan en vivo con el público de testigo, que es el que aprueba o reprueba al terminar la representación y así correr el boca a boca".
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