¿QAC QUE PASA?


¿Qué pasa?¿Qué pasó?¿Qué va a pasar? El mundo Quilmes tiene ese no sé qué, diría el poeta Horacio Ferrer. Por eso, si desde afuera puede "sorprender" el adiós al técnico Blas Giunta, en realidad fue echado, la realidad que es la única verdad, diría Pericles -y Perón lo parodió- habla de que el Cervecero vive el drama del descenso con toda esa lógica de las tragedias griegas. Y como la costumbre es mala consejera, cada vez se encierra más en lo instantáneo (el resultado ya, diría Sprayette), y al borde del abismo -sólo unos centésimos lo separan de los que están en el infierno- se busca un Salvador, llámese Caruso y Lombardi, Arruabarrena o Facundo Sava.
Cualquiera que sea asume un hierro candente, porque si a Blas le sacaron tarjeta roja por perder dos partidos seguidos, ¿qué va a pasar con el que asuma si Quilmes pierde con el resucitado Colón el miércoles o con el último campeón San Lorenzo el domingo?
¿Habrá que pensar (o penar sin la "s") en técnicos por mes o cada quince días, renovándoles el crédito cuando los resultados acompañan?
El mundo Quilmes vuelve a mostrar una falta total de proyecto, porque si se fue Vivas después de dar el golpe a un plateísta que lo insultaba, ahora lo fueron a Giunta porque perdió sin público con Central y últimamente en Mendoza.
Aunque todo hace suponer que aquí pasó algo más que un simple resultado. Las radios partidarias hablaron de un "vestuario hot" en el intervalo del primer tiempo, y en el segundo no salieron a jugar Romero, Caneo y Telechea.
Giunta, en otro punto de lo desprolijo que es el mundo Quilmes, condujo la práctica de ayer a la mañana y por la tarde se encontró con "la buena nueva" de la tarjeta roja.
Como dice el diario EL SOL, desde la asunción del 23 de octubre pasado hubo apenas 111 días para el técnico (un humorista, con humor negro, habría decodificado que ese número, 111, empieza con uno, sigue con uno y termina con uno, en este caso el técnico).
Quilmes vive desesperado por encontrar un equilibrio, ese que no logra rescatar en los últimos treinta años de fútbol profesional, con ascensos y descensos por doquier, no pudiendo mantenerse en Primera durante más de cinco años. Se sabe, así al menos lo muestran los clubes que vivían igual tragedia y que pudieron instalarse en primera -el caso más práctico es Lanús- que para lograr el mentado equilibrio hay que superar la barrera de los cinco años.
Para eso se requiere sensatez, sentido común, equilibrio, valga la redundancia.
Este plantel está entre los más caros del fútbol argentino, con un presupuesto mensual que supera los 3 millones de pesos, lo que dividido por treinta da la cifra escalofriante de 100 mil pesos per cápita, aunque se sabe que hay sueldos muy superiores a ese monto y otros más "populares", si cabe el término, como podrían ser 15 ó 20 mil pesos.
En la contratapa del deportivo de Clarín de hoy el periodista Julio Marini publica una opinión bajo el título "Un examen de dos fechas", refiriéndose concretamente al caso Giunta.
El hombre peca de idealista, suponiendo que en el fútbol argentino los procesos se mantienen, más allá de los resultados, por lo menos se utiliza el tiempo para la evaluación. Pero cada vez se hace más difícil mantener a los técnicos si los resultados no se dan.
El recuerda que Giunta dirigió al equipo en siete partidos en el torneo Inicial, con una sola victoria, (ante Olimpo en Bahía Blanca), dos derrotas a las que hay que sumar las dos del Final.
Recuerda asimismo que el equipo no lo armó Blas y que "trató de hacer lo mejor posible en medio de la tormenta".
Suma el hecho de la pretemporada, donde "supuestamente Giunta desplegó una tarea ya con más tranquilidad e imponiendo su idea. Sería aventurado decir que eso fracasó en apenas 180 minutos de las dos primeras jornadas". Y sigue diciendo que sería una alucinación si al técnico le decían que si perdía esos dos primeros partidos se tenía que ir.
Y saca su conclusión en el sentido que el despido en tiempo récord "no hace más que definir el estado de desprecio y de desconocimiento que invade a quienes toman decisiones en los clubes del fútbol argentino".
Agrega que son excepciones al tema en este mundo de incongruencias, citando a Velez, Lanús, Belgrano, Gimnasia, Olimpo, Estudiantes "por norma", Ríver y Boca "por necesidad". Habría que añadir a Arsenal, que si bien no comenzó bien este torneo Final, mantiene a Gustavo Alfaro desde hace tiempo, habiendo logrando distintos títulos en ese lapso.
 Marini habla de lo difíciles que son los clubes argentinos y de la falta de convicción, capacidad y decisión de la mayoría de sus dirigentes (se anima a hablar del 90 por ciento).
Concluye con la auténtica verdad de la milanesa: si no pueden sostener un proceso, ¿cuál es el proyecto en realidad?", refiriendo además que Quilmes posiblemente apenas sea el mojón inaugural de "esa locura y en poco tiempo, sigan las firmas".
El desprolijo despido de Giunta muestra una realidad, los dirigentes desesperados, sin proyecto y sólo tratando de salvar al Titanic que tiene adelante el iceberg del descenso.
Supongamos que llegue Caruso Lombardi (ya dijo que todavía no lo había llamado Aníbal, por el presidente Fernández, a quien últimamente las radios partidarias daban alejado del club, quedando en manos del doctor Meiszner hijo, sin descartar el asesoramiento del padre, tan ligado a estas últimas tres décadas del club).
Los relatores de FM Sur y FM Q, Turco Yaman y Adrián Di Blasi, respectivamente, coincidieron en algo -no son muy propensos a decir lo mismo sobre un tema- que no iba más el tiempo Giunta, incluso Di Blasi, tras escuchar las explicaciones del técnico en Mendoza ("la cancha estaba muy rápida y ellos la aprovecharon", "tuve que poner a los pibes porque los grandes no me respondieron y seguiré poniendo chicos) se indignó y se preguntó cómo iba a hacer un gol Quilmes si no le hace un gol a nadie.
Así las cosas, la desesperación se metió en la cabeza de los directivos. Se busca un salvador, cuando restan 17 fechas, o sea 51 puntos, lo que significa que el que asume no tendrá excusas, porque si bien llega al borde del infierno tiene aire como para salir de ese fuego, máxime si el objetivo es salir de ahí, porque cambiar de jinete en mitad del río y seguir hundiéndose en él no parece ser solución.
El mundo Quilmes tiene miles de anécdotas en estas tres décadas, entre ellas aquellos casi trece años sin ascensos que había pronosticado una "bruja" enojada porque no le retribuyeron sus servicios y anunció esa maldición, que duró once años... En todos los casos los proyectos brillaron por su ausencia, y sin proyecto no hay posibilidad nunca de encontrar el equilibrio. Sólo habrá alegrías transitorias y tristezas "eternas".

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