POCAS LUCES

Lamentablemente, el eufemismo "década ganada" termina con cortes... de luz, que afectan a miles de hogares en Capital y el Gran Buenos Aires.
El consuelo pasa por la temperatura. El jefe de gabinete, Capitanich, a "chacó" el mal al tiempo, adelantando que cuando la temperatura supera los 32 grados el sistema corre peligro.
Ahora se habla de cortes programados u otra variante, cortes preventivos, pero lo cierto es que los hogares sufren las consecuencias de la falta del servicio eléctrico, que conlleva la falta de agua, el problema de los alimentos que no se pueden conservar en las heladeras, etcétera.
Desde hace tiempo ex secretarios de energía se encargaron de alertar por todos los medios lo que podía pasar si no había inversiones.
No hubo nadie que se calzara el sayo y hoy el pueblo argentino sufre las consecuencias de la imprevisión.
Desde una biblioteca se adjudica el mal -falta de luz- al bien -crecimiento a tasas chinas, más gente empleada, más fábricas e industrias en acción, pymes, etcétera- con el Indec como pantalla, claro está con números que generan todas las sospechas posibles.
Frente al verano y a la realidad, ya no caben las excusas. El pueblo no delibera ni gobierno sino a través de sus representantes, pero deposita el poder en ellos para que solucionen los problemas, no para que los aumenten.
La capacidad de un dirigente está en la posibilidad de ser o pretender serlo, estadista, el que ve más allá de su horizonte, el que planifica el futuro y que frente a las cuestiones a resolver tiene soluciones o eventuales medidas.
Cuando todo eso no ocurre, aparece esta improvisación que hoy sacude al pueblo argentino. Hoy quisiéramos ver a la presidenta en primer plano hablando de los temas de la gente de todos los días y no llevando agua a su molino, como ocurrió el pasado 10 de diciembre, bailando sobre una bomba, como una macabra muestra de irrealidad.
Algo habrá que hacer, de lo contrario el verano caliente que se está viviendo será mucho más caliente, por la gente reclamando el derecho a ser satisfecho en sus demandas.
Una oyente llamó diciendo que los argentinos pagamos impuestos como si fuéramos Suiza, pero tenemos servicios como si estuviéramos en Somalia.
¿Nuestros gobernantes tomarán conciencia de esta realidad actual o se dejarán llevar por un inefable relato que cada vez es menos creíble?

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