FIN DE AÑO

Fin de Año, y como suele ocurrir para estas fechas es la hora del balance. Después de diez años de gobierno kirchnerista, comienzan a vivirse los efectos del adiós. La soberbia del poder suele dejar secuelas, porque el poder subyuga y aparta de la realidad.
Se habla desde el oficialismo de década ganada para definir estos diez últimos años, aunque hoy eso parece un eufemismo, cuando se evalua el combo de los cortes de luz, los saqueos, rebelión policial, la inflación -habitualmente ignorada por el kirchnerismo-, la falta de inversión energética -como si el tema de la electricidad fuera sólo de las empresas Edenor y Edesur, cuando el gobierno tiene representantes en ella y un ente, el ENRE, que tendría que controlar la acción de las empresas- y una serie de cuestiones que hacen de la definición década ganada como un eufemismo.
Ahora es cuestión de transitar los dos años que le faltan a la presidente dentro del mejor camino posible, una transición con equilibrio y sin desbordes, para lo cual tanto oficialismo como oposición deberán tener la grandeza de respetar la democracia, con treinta años de vigencia, para que lo que venga no sea más estresante de lo que en principio puede ser.
Se sabe que enero y quizás febrero son meses light, porque es etapa de vacaciones de distintos sectores de la realidad nacional -estatales, judiciales, empleados, funcionarios- y es como que las pilas se guardan para recargar a partir de marzo.
Claro está, lo que viene no parece ser demasiado tranqui, porque será el tiempo de las paritarias, empezando por los docentes, que buscarán cifras acorde con la inflación del año 2013, en el orden del 30 por ciento, para que se licuen los aumentos a poco de iniciado el año.
En este sentido, habrá que esperar la reaparición concreta de la presidenta -dicen que vuelve en la segunda semana de enero- para que se ponga al frente del Ejecutivo y avente todas las incertidumbres que genera el actual momento, donde poco se sabe del gobierno y de las riendas del Ejecutivo.
Lo importante es que el 2014 encuentre en los argentinos el clima de paz y de sinceridad necesarios para dejar de lado las hipocresías y encarar lo que viene con suma responsabilidad.
No será un año fácil, ojalá todos así lo entiendan y aporten su granito de arena para no sufrir demasiado.
Alguna vez se tomarán los problemas como tales, se reconocerán y se buscarán soluciones para evitar repetirlos. El caso traumático de la falta de energía es emblemático. Habrá que tomar el toro por las astas y asumir la realidad, procurar las inversiones que no se hicieron y esperar que en los próximos años el déficit no se repita.
Es cierto que se puede atribuir a los calores repetidos y al crecimiento por el aumento de la demanda, de todas maneras el estadista siempre mira mucho más allá y no se deja llevar por el cortoplacismo. De ahí la diferencia con el mero dirigente o el político que sólo atiende lo inmediato. Alguna vez el país tendrá estadistas capaces de recuperar a la Argentina como tal, para insertarla en el mundo.

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