QUILMES Y EL DIA DESPUES

"Ganar como sea" se ha transformado en caballito de batalla de muchos equipos del fútbol argentino, sobre todo cuando ingresan las instancias finales de los torneos, en la zona del descenso.
Y Quilmes lo logró, con un gol de entrada -muchos ironizan por la actitud de los defensores de Racing de abrirse ante la entrada de Cauteruccio- para luego dejar pasar el partido, sin que la Academia se sintiera en rebeldía para buscar el empate, salvo en el complemento con el ingreso de Cámpora -toda una definición política- quien de entrada tuvo su mano a mano con Trípodi, en una jugada en dos tiempos de la que también participó Zuculini, y en los dos casos ganó el 1 local (para taparle la boca a los que pedían a gritos a  Dulcich).
Ganó Quilmes en un partido raro. Hoy el periodista de Clarín apunta que no hubo tarjetas "ni siquiera amarillas", que se pareció a un amistoso y que el árbitro Laverni prácticamente no tuvo trabajo.
Desde la pantalla se observaban los primeros planos de Claudio Corvalán, de recordado paso por Quilmes, quien desde el rostro mostraba "espanto" cada vez que se decidía pasar la mitad de la cancha por su lateral.
Para colmo de suspicacias el técnico Académico, Luis Zubeldía, armó un equipo casi nada ofensiva, con un solo delantero -Centurión- y recién lo puso a Cámpora por Villar dentro del segundo tiempo.
Desde la tribuna académica, prácticamente sin banderas, se gritaba "el que no salta se va a la B", apuntando a su rival de siempre (Independiente).
 En todo caso dirá alguien que "peina canas", Racing pagó la deuda del 77, un partido jugado el 8 de noviembre de ese año en el Viejo Estadio Cervecero de Guido y Sarmiento, que terminó 1 a 1 y que le sirvió a Racing para afirmar su permanencia en Primera. Se habló todo el tiempo del arreglo, algunos se agarraron la cabeza cuando Sergio Elío Fortunato concretó la apertura para Quilmes y llegó el respiro cuando empató Glaría en el segundo tiempo.
De aquel partido los comentarios se encargaron de hablar todo el tiempo de un acuerdo... incluso el periodista Mario Trucco por radio criticó lo que habían expuesto los futbolistas y no quiso ese día realizar notas con ellos, porque entendía que habían defraudado.
Hoy, 36 años después, se vivió un clima parecido, con el condimento de la televisión, el periodismo partidario, las suspicacias, Grondona, y todo lo que envuelve al fútbol argentino, dentro de una sociedad que parece en algunos aspectos tener muestras de esa hipocresía reinante que han deslucido a este deporte, un fútbol para todos, que genera las más dispares respuestas.
En todo caso, una cuestión de principios y valores se pone sobre el tapete. La ética dejada de lado, la sospecha como moneda corriente y una victoria para Quilmes -lo único que le interesa al Hincha- que vale anhelar que no sea pírrica.

Los futbolistas

Con todo lo que se habló hasta anoche, con todo lo que se hablará de aquí en más, ¿qué papel cumplen los protagonistas? Los de Racing no quisieron hablar al final y se fueron en el micro, todo un síntoma. Los de Quilmes lo hicieron, como si hubiera sido un partido "normal", aunque reconociendo todo el clima vivido y el  hecho de ser afectados. En ese sentido, sobre todo en el segundo tiempo, Quilmes pareció "marearse" por los comentarios y el clima ambiente. Racing tuvo la pelota, insinuó pero no tuvo muchas ganas de acercarse a Trípodi, excepto el ingreso de Cámpora, que políticamente correcto, lo puso en aprietos a Trípodi, y luego Zuculini, y Emanuel respondió con lo suyo a los que le pegaron durante la semana en las radios partidarias.
Pero los chicos que tuvieron oportunidad de ingresar en el segundo tiempo parecieron contagiarse de ese clima raro. Ni Diellos ni Matías Morales se metieron demasiado en el juego, aunque Matías estuvo más en contacto que el "Polaco", que se mostró errático y prácticamente no trascendió. Se entiende, de todas maneras, porque ellos son el futuro al que apuesta el Cervecero, y eso requiere tiempo, continuidad, y sobre todo un ambiente muy diferente del de anoche en el Centenario.
Alguien creyó ver a Ionesco en la platea, imaginando un escenario como el de La cantante calva para encarrilar un partido, que desde el principio al fin parecía la crónica de un resultado anunciado. En fin...
¿Qué dirían el maestro Dante Panzeri o el ícono del periodismo deportivo, gran jefe de Deportes de La Nación con su Mirador Olímpico, Alberto Laya, de toda esta escenificación con parodia?
Quilmes sabe que tuvo un plus en este caso, ahora viene lo más difícil, enfrentar al Arsenal de Alfaro y de los Grondona, con todo Independiente detrás intentando tomarse revancha del mal trago que le sirvió anoche su primo hermano Racing. El fútbol, la sociedad, la vida tiene sus claroscuros, a veces más oscuros que claros.

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