DE SOBORNAR AL OLVIDO

El 17 de mayo a las 21 será la función de prensa de la obra De sobornar al olvido, de Enrique Papatino. Será en el teatro Tadrón, Niceto Vega 4802, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Actúan Cecilia Cenci, como María del Carmen Larraín, esposa del gobernador de Buenos Aires y momentáneamente director Supremo de las Provincias Unidas, general Juan Gregorio Gualberto Las Heras; Amancay Espíndola, como Aymará, criada india en la casa de retiro del funcionario  y Paula Mujica Lainez, como María Rosa Lynch y Galayn, viuda del vocal de la Primera Junta y ex jefe del Ejército del Norte, doctor Juan José Antonio Castelli.
Dirección de Enrique Dacal.
La señora Lynch, viuda de Castelli, recurre a la esposa del entonces director supremo, Las Heras, para reclamar los sueldos adeudados años atrás a su difunto esposo. La mueven el hambre y el orgullo.
 Pero durante el encuentro otros asuntos sobrevuelan la entrevista y las mujeres son víctimas de un duelo verbal a pesar de ambas, dado que la esposa del director supremo aprovecha la oportunidad para denigrar a su ocasional entrevistada.
Explica Enrique Papatino el contexto en el que se producen los hechos. Es el año 1825. La flota del imperio de Brasil bloquea el río. La guerra con el imperio por la disputa de la Banda Oriental es inminente. El espíritu de mayo se ha trasmutado en miras pequeñas de horizonte municipal y egoísta.
 El director supremo de las Provincias Unidas, Juan Gregorio Las Heras es contrario a la guerra. Su renuncia parece inevitable. Ello abre el camino al separatista Rivadavia, quien estimulado por Inglaterra propiciará el encuentro bélico.
Ante semejante marco el reclamo de la señora de Castelli suena extemporáneo. Pertenece a los ideales rotos y acaso olvidados.
 Han pasado trece años de la muerte de Castelli y reclamar sueldos atrasados parece una broma. Pero la señora Larraín de Las Heras no lo toma así. Enojada con una vida que no por pomposa ha dejado de ser desdichada ve en la desdicha forastera la ocasión de exorcizar la propia.
Frente a ello la señora de Castelli, viuda y madre de hijos muertos en el frente, no tiene nada que perder, lo que edificará un juego inesperado y de misteriosa vivacidad.
  Así es cuestionada la validez de los hechos de los hombres que conforme avanza la historia ponen por delante cada vez más los interses a la palabra  revolucionaria que dio origen a su libertad.

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