DON ANGEL

Los famosos alfajores Capitán del Espacio merecen otra columna, recordando a don Angel Lineo de Pascalis, quien falleció ayer. El creador del famoso alfajor dejó una enorme estela, por lo que merece el recuerdo que acercó el colega Héctor Chalo Agnelli.
 Recordó Chalo que en enero pasado la empresa cumplió medio siglo, cinco décadas en las que perfumó con chocolate y dulce de leche las cuadras en torno de las calles República del Líbano y Gran Canaria.
 Los chicos de casi todas las escuelas quilmeñas con sus maestros más de una vez han visitado la fábrica, y eran recibidos por don Angel, quien después de un esquivo saludo los dejaba para dar paso al personal.
La historia dice que don Angel, cansado de acarrear reses en un frigorífico de Piñeiro, resolvió independizarse. Se enteró que un inmigrante húngaro que tenía una fábrica de galletitas en Ezpeleta la había puesto en venta. Con algunos ahorros y un acuerdo con el vendedor comenzó a producir dulzura.
Durante los primeros tiempos fueron socios, luego, tras saldar una pequeña deuda, siguió por su cuenta y se mudó a Bernal. Poco tiempo después se trasladó el establecimiento al lugar actual.
Allí le dio a esa galletita húngara la forma circular típica de los alfajores criollos y le dio su gusto, su calidad y su eficiencia.
 Desde hace dos décadas ya no recibía visita de escolares pero don Angel siguió siendo generoso cuando las escuelas tenían algún acontecimiemnto especial como los Días del Niño.
 Nunca quiso don Angel incrementar la producción y la variedad, manteniéndose con los gustos de chocolate y dulce de leche. Siempre se mantuvo en las 8000 docenas por día ay sus 45 trabajadores.
 Había encontrado la medida de su riqueza, quizá porque antes enconteró la solidez de la sabiduría. O sea, era un  magnate en humildad.
 Dice Chalo que muy pocos sabían que Don Angel era afecto a la poesía. No hace mucho publicó Entre dibujos y letras, una colección de poemas con dibujos de su amiga Doris en Ediciones Independientes de Rubén Sada. Allí se desgranan las vivencias, los pensamientos e ideas que resumen su vida de hombre de bien... hoy un título más que apreciado pero difícilmente apreciado.
 Vale agregar que originalmente la marca era otra y cuando se dieron los acontecimientos de la llegada del hombre a la luna, nació el Capitán del Espacio.
Don Angel tenía 86 años, y como dice Chalo era capitán en una brigada productora de dulzura y su recinto era el espacio desde donde ahora, quizás nos observa. Le agregó al Quilmes "con sabor a malta y río", un dulce y una marca que nos representará largo tiempo como la cerveza, el fútbol y la ribera... los quilmeños permaneceremos agradecidos a su memroia.

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