EL OTRO YO DE DIZ ES UNA MARAVILLA

Facundo Diz tiene una historia, un futbolista que llegó al fútbol del ascenso desde el interior y que suele conmover cuando habla de su tema favorito y de otros.
En El Sabor del Deporte, con Adrián Di Blasi y Sebastián Kerle, contó la historia de su padre, el campeón paraolímpico con mayores logros en la historia argentina. Sin embargo, desconocido y con poca difusión en su momento.
 De todas maneras, dijo, que los educó y les dio una máxima de vida. Todo un ejemplo.
No es la primera vez que Facundo mueve y conmueve. Alguna vez conversando con un periodista de FM Sur, Gonzalo Figueroa, relató lo que le significaba venir todos los días desde su ciudad, Navarro, a Quilmes para entrenar y después volver a su domicilio. Hacía casi 300 kilómetros diarios para semejante aventura, ahora está radicado en Buenos Aires y eso le facilita las cosas.
Quizás sea el jugador más controvertido del plantel en la consideración del hincha, porque no es aquel Facundo Diz que muy joven deslumbró en All Boys y se cansó de hacer goles.
Hoy tiene treinta y pico, los años pesan, ya no se puede correr como antes o hacer valer el físico en las pelotas aéreas, de todas maneras sus convicciones, su perseverancia y la tenacidad del técnico Omar De Felippe le han permitido ganarse un lugar, máxime después de la lesión de Telechea.
 Y Diz le respondió con goles, pocos pero importantes como el último, el que abrió las puertas para el triunfo sobre Defensa.
 Sería bueno que en este mundo fútbol Quilmes, de tanta adrenalina, donde parece que todo pasa por el resultado y no se ve más allá, se bucee más en los futbolistas, su entorno, sus historias, la gente, para alguna vez sentarse a encontrar historias, el más allá de lo que es un futbolista.
 Y esto no sólo vale al fútbol, sino a toda actividad deportiva, sin ir más lejos, el boxeo. La maravillosa historia de Sergio Martínez es un ejemplo.
 De aquel chico que desde El Sol cubríamos entrenando en soledad en el Juventud Unida de Bernal sobre el cierre del siglo pasado al actual, supercampeón y preparándose para bailar en el programa de Tinelli, corrió mucha agua bajo el puente.
Alguien se atreverá a sentarlo para que cuente cómo se fue de Quilmes, cómo se contactó con Sarmiento, los entrenamientos en Atocha, Madrid, lo que tuvo que trabajar para que el boxeo finalmente sea su sustento, las puertas que se le cerraron, las que se abrieron... sí ese muchacho que alguna vez contó que tuvo que elegir entre el boxeo y el fútbol (porque fue a probarse a Los Andes y podía quedar), el que peleaba con la camiseta de Quilmes y le decía a todos de su pasión por el Cervecero... en fin. Historias de vida, que van más allá de lo periodístico puntual, al mejor estilo del A Solas que hacía con magistral realización el inolvidable Hugo Guerrero Marthineitz. (ELM).

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