EL OLEAJE DE FLOR

Mientras ya prepara las maletas para volver a la Argentina -se encuentra en Auckland, Nueva Zelanda, desde fines del año pasado- María Florencia Menescaldi suele mostrar sus condiciones de periodista y escritora en su hermoso blog, nuevos zapatos.
En este caso con el título de "Mi oleaje", cuenta una figura que ha creado como La playa de Redacción, destacando al profesor cubano que tuvo en la carrera de periodismo en el Círculo de la Prensa, Juan Rivera Quintana -también taquígrafo- y subrayando la impronta que le dejó por esa mágica señal que sólo tienen los periodistas de alma.
Dice Flor: "Más de una vez me pregunté por mi necesidad de escribir y de dónde la habré sacado. A veces lo hago más ordenada que otras prestando atención en cada palabra y su escritura y su significado. Otras, cuando el remolino ataca me dejo llevar trabando mis dedos en el teclado de una máquina... pero les voy a confesar que no uso todos los dedos, escribo con dos o tres. El índice de la izquierda, el mayor de la derecha y a veces se cuela un pulgar. Dedos que muchas veces me terminan doliendo, porque escribiré con pocos pero soy un flash. Lo hago rápido con muchas ideas que vienen a mí y me invaden.
"Una vez escribí sobre los dedos de los periodistas en las salas de redacción que van surfeando el oleaje. A veces con lentitud por marea baja, o sea falta de ideas que se mezcla conla marea alta de quines tratar de correr la noticia y de ese modo forman una banda sonora de teclados. Al texto lo titulé La playa de Redacción y ahora me dieron dganas de leerlo y lo tengo guardado en el segundo cajón de mi escritorio antiguo que tengo en mi cuarto. Un escritorio que me fascina po rlo viejo que es y por el trabajo de barniz que le hizo Sergio, el hermano de una querida tía, y me toque de pntura en la parte que se abre.
"Pienso en mi cuarto y en las cosas que dejé ahí, en el verde y blanco de mis paredes y en los rayos de sol que entraban desde la mañana, haciendo aún más verde, mientras mi árbol favorito me convidaba con el sonido de sus hojas. Y en mis hermanos que se turnan para dormir en mi cama.
"Dame una manzana y te escribo sobre eso. Lo sé, lo puedo hacer. ¿Papá me habrá pasado ese amor por las letras? Yo creo que sí, pero que en definitiva si no hubiese sido así sería de alguna otra forma que se me cruce en mi camino. Porque cuando estudié en el Círculo de la Prensa hubo un profesor cubano que me hizo entender que yo tenía esto. Porque para mi padre con el cariño que me tiene todo lo que escribo está perfecto y el que venga alguien de afuera y me lo haya hecho notar... sí que me ayudó mucho a esta facilidad de describir, de dar una historia a algo, de narrar.
"Lo que recuerdo de las primeras clases con Juan Rivera Quintana era su tonada cubana y la gracia que me daba. Pero mi admiración a él fue enseguida. El amor por su labor como periodista, escritor y taquígrafo (lo mismo que mi papá) me contagiaban, me daban ganas de escucharlo y leer todo lo que nos aconsejaba al alumnado.Y siempre saco de ese cajón de mi escritorio los textos que nos hacía leer. Hoy extraño ese cajón.
"Una vez otro profesor de aquella escuela me dijo que soy un diamante en bruto,que hay que pulirlo. A mí me gustaba eso de en bruto porque el diamante es más natural, estando todavía ahí en la roca. Pero mi ansia de llegar a Argentina está ahora en poder pulirlo".

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