EMANUEL MERCADO

Hoy se exhibirá en Canal 13 un nuevo capítulo de la serie El Puntero, con Julio Chávez, Rodrigo de la Serna y elenco.
En esta ocasión hay un hecho destacable. Emanuel Mercado hará un papel, como el primo de Pato, la novia de Lombardo (personaje de De la Serna).
Vale contar la historia de Emanuel, hoy de 26 años, quien vive en Lomas de Zamora.
El joven estuvo en El Sol para contar su historia y su satisfacción por esta oportunidad.
Se definió como chico de la calle, con una familia humilde. Nació en Villa Fiorito y tiene siete hermanos. Nunca conoció a su padre y la pareja de su madre le pegaba, por lo que entre los 8 y los 14 años vivió en la calle, en Once, Constitución.
Como chico de la calle pedía limosna, o abría puertas de taxis. Junto a otros chicos formaban la ranchada, dormían en las estaciones, iban de aquí para allá con todos los peligros de la calle.
De vez en cuando su familia lo iba a buscar y lo llevaba a su casa, pero volvía a escaparse porque lo maltrataban.
Un buen día acompañó a los chicos a una función de teatro y se emocionó al ver a esos compañeros haciendo teatro. Dice que hacían de pobres, ellos que en la vida real eran tan pobres. Tanto le insistieron que se acercó al grupo teatral de un hogar llamado Amanecer, fundado por Franco Guini.
De ahí en más se incorporó al grupo teatral y una vez, allá por el 2000, fue a un casting y salió elegido para hacer un bolo en la película Nueve Reinas, junto a Darín y Pauls. El era ese chico al que Gastón Pauls le ofrecía un autito en el tren, él repartía estampitas y se quedaba con una moneda que le daba Gastón.
Más tarde también trabajó en Un día de suerte y en otros filmes.
Hoy aparece en El Puntero, es padre de un chico de dos años y medio, llamado León, todo un símbolo, y él como Emanuel -nombre que significa Dios con nosotros- dice que su vida es por León, y que como chico que alguna vez fue de la calle trabaja para ayudar a aquellos que parece no tener futuro.
Como egresado de la universidad de la calle, resume su historia con una gran moraleja: siempre se puede, todo es cuestión de proponérselo.

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