RIVER, FUTBOL Y POLITICA

El Affaire River llegó a la política y transformó la final del próximo domingo casi en una cuestión de Estado.
Hasta la presidenta se metió en el tema, y consultada por la ministra de Defensa, Nilda Garré, decidió que el partido entre River y Belgrano se juegue en el Monumental con público (con las garantías de un megaoperativo de seguridad).
Después de los hechos de ayer, cuando jóvenes enojados rodearon el estadio de River y pretendieron ingresar, con intervención policial, se decidió jugar con público, para que un encuentro tan importante tenga a la gente en el estadio, es decir, los 50 mil de River y los 2.500 de Belgrano.
Los Millonarios irán por el triunfo por dos goles para seguir en primera y no quebrar una historia de 110 años con un descenso de categoría.
Lo mejor que le podría pasar al partido es que River gane por dos goles y ponga las cosas en su lugar. Un resultado diferente podría generar situaciones no deseadas y más que lamentables, por más que se haya convocado nada menos que a 2500 policías, entre los que estarán en el estadio y los que cubrirán afuera.
Parece un despropósito todo lo que se comenta, pero River transformó el fútbol, un juego, en un drama, a tal punto que se han escuchado cosas tan irracionales como que el descenso de River era comparable a la muerte de un hijo.
Para quien sufrió esa lamentable pérdida, que rompe la ley natural de la vida, resulta una terrible bofetada un comentario de este tipo, ya que bajo ningún punto de vista se puede hacer esa comparación.
De todas maneras, el hecho de tratarse de uno de los clubes más importantes del país y del extranjero, ha transformado este momento en una cuestión de vida (o muerte) según rezan incluso algunos mensajes que se han podido ver, tanto en el Monumental como en Don Torcuato, donde el plantel de River está concentrado.
Frente a ello está un Belgrano que ganó el primer chico y que tratará de mantener la ventaja para volver a primera. Habrá que ver si el Pirata siente la presión, habrá que ver cómo actúa el últimamente cuestionado árbitro Sergio Pezzotta, etcétera, etcétera.
Ojalá que el domingo gobierne el sentido común, que la fiesta sea en paz -para ello la lógica parece decir que debe ganar River- porque un descenso del Millonario en estas circunstancias puede derivar no sólo en una frustración monumental, valga la expresión, sino también en cuestiones no deseadas.
Porque nuestra querida Argentina, que a lo largo de su historia supo dividir las aguas, en la política, en la vida, en la sociedad, también en el fútbol, merece más que nunca que haya moderación y equilibrio.
En el caso de los medios, pero más concretamente de los periodistas, tendría que aplicarse más que nunca el sentido común, no echando más leña al fuego. Lamentablemente, según los intereses que existan será la posición de muchos o de algunos medios, y periodistas, cuando debería ser lógico, desde el periodismo, contar la realidad sin banderías ni inclinaciones.
Hay medios que se regocijan con el drama River, otros que sufren, otros especulan con un Millonario que transforme el Nacional B -ahí también está la pelea Fútbol para todos, torneos y competencias, etcétera- ... y en el medio está la gente, que frente a tantos mensajes reacciona de una u otra manera.
La política se metió en el fútbol -algo no novedoso en un país futbolero como el nuestro- y vale soñar con que no cambie las cosas y transforme los sueños en pesadillas.
PD: El Burro Andrés pronosticó empate -había dicho en el partido anterior que ganaba Belgrano y acertó- aunque hay que esperar que sólo sea "una burrada". De lo contrario, habrá que esperar que la tempestad no se transforme en tsunami.

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