AL MAESTRO, CON CARIÑO

Por Eduardo Menescaldi

Cuando un maestro se va, queda un espacio vacío... Y hoy esa sensación está más latente que nunca ante la noticia de la muerte del "peruano parlanchín", Hugo Guerrero Marthineitz.
Quien esto escribe siente ese vacío porque se trata de uno de los principales motivadores para abrazar el periodismo como la gran vocación.
Hugo fue maestro en todo lo que emprendió, y si bien llegó en los 50 a la Argentina, para plasmar el Club de los Discómanos por Radio Splendid, su programa El Show del Minuto, que empezó el 1 de abril de 1968, se transformó en un modelo de hacer radio, por sus innovaciones y todos los elementos que desplegó para transformar el medio.
Rompió códigos, cambió la forma de hacer radio, jugó con las palabras y convirtió a los oyentes en actores, con sus famosos telefonemas.
Difundió artistas que de otra manera no hubiesen podido alcanzar la gran trascendencia, como el cantor de Chascomús, Omar Moreno Palacios, o el cordobés Edgar Di Fulvio.
Fue gran defensor del arte de Astor Piazzolla y su aporte innovador al tango, porque mientras los tangueros tradicionales lo denostaban, Hugo era uno de los pocos que exaltaba el talento del músico marplatense, que con el tiempo fue ganando espacios en el mundo.
En ese mítico Show del Minuto se podía escuchar en forma íntegra, sin intervalos, a José el Pampa Larralde con su Milonga pa`un hijo gaucho o se disfrutaba de la música de Chalchaleros y Fronterizos, que generaban neologismos como Chalcharizos o Fronteleros para sintetizar en forma ensamblada el gusto de Hugo por dejar conformes a los hinchas de unos y otros.
También innovó en la manera de hacer publicidad en radio, lo que algunas veces le provocó quejas de los anunciantes, aunque él hacía caso omiso y se divertía con su particular manera de ver al avisador.
En eso de ser pionero, uno de sus programa exitosos "A solas", permitió disfrutar de entrevistas memorables con un solo invitado, que encontraba en Hugo el periodista ideal para recorrer profundamente toda la personalidad del entrevistado.
Con Hugo se pudo conocer a la Pelona de su juventud peruana o disfrutar de los versos de Augusto Tamayo Vargas, con su Esperanza en los días que vienen.
Tenía su personalidad muy definida, y eso le ganó muchas adversidades, incluso censuras, en gobiernos militares y democráticos.
Hugo era transgresor por naturaleza, y eso muchas veces se convertía en un adversario difícil de superar.
Pero él se mostraba tal cual era, como cuando dialogaba con sus hijos pequeños al aire, y dejaba que los chicos mostraran la impronta de sus pocos años.
Lamentablemente, esta Argentina a la que Hugo brindó todo no le pagó con la misma moneda. En los últimos tiempos solía hacer charlas para poder vivir, con un precio módico, para contar su rica historia, que movia y conmovía, como fue esa tard-noche ante el auditorio sacudido de la Biblioteca Moreno de Bernal (como lo bosquejé en un capítulo de mi libro).
En su vejez vivió con mínimos ingresos al borde de la indigencia, e incluso en su momento "fue noticia", justo él, porque lo desalojaron del departamento que ocupaba en Buenos Aire.
El periodista Mauro Viale le dio una ayuda, con un espacio en su programa.
Hugo habia sido internado el mes pasado en un hospital neuropsiquiátrico en estado de desnutrición. Y hoy ha muerto, a los 86 años, en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Este periodista, que en aquellos tiempos del show del Minuto, hace más de cuatro décadas, sintió una emoción inefable cuando Hugo le leyó una carta al aire, hoy se encuentra con la desolación de la ida del maestro. Seguramente para seguir enseñando en el cielo con aquello de "otro clavó la sintonía...". Adiós, Hugo.

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