ORIENTALIDAD

Sana envidia, y de la buena. Al ver las imágenes de la recepción del pueblo uruguayo a los futbolistas y el cuerpo técnico de la selección, cuarta en el mundial de Sudáfrica, se puede tener este sentimiento, vale destacarlo, con "buena leche".
Porque una multitud agradeció a los futbolistas y al maestro Washington Tabarez por todo lo hecho, mucho más de lo esperado cuando viajaron al mundial. Con mucho esfuerzo, un verdadero grupo humano y mucha confianza en las propias fuerzas, Uruguay volvió a ocupar un lugar trascendente en el mundo, como otrora fue en el 30 y en el 50.
Después de seis décadas, el país oriental pasó al protagonismo, y la gente lo destacó con una caravana inolvidable, que culminó con el acto de entrega de medallas y reconocimiento a los futbolistas y el cuerpo técnico.
Todos mostraron el agradecimiento a la gente, junto a las autoridades encabezadas por el presidente José Mugica y su esposa.
La frutilla del postre fue la consagración del goleador Diego Forlán como el mejor futbolista del certamen.
Uruguay puede ser el mejor parámetro para poner a la selección argentina como parangón. Porque son muchas las diferencias, entre ellas la respuesta de la gente ante una y otra selección.
Como dijo Ubaldo Rattín, que 10 mil personas reciban a los jugadores argentinos no es reflejo de una realidad comparable con la uruguaya (somos cerca de 40 millones y los que se manifestaron son un porcentaje muy ínfimo). En todo caso, es el resultado de la famosa "viveza criolla". Por supuesto, después de las imágenes de Montevideo, es evidente que es inimaginable suponer que se repita lo mismo ante una eventual visita de los futbolistas a la Casa Rosada.
La presidenta difícilmente entienda las diferencias, porque si bien la producción argentina terminó en un honroso puesto, sólo la aureola que significa Maradona pudo evitar lo que con otro técnico hubiese sido un tremendo pase de facturas.
La lección uruguaya constituye un buen dato para tomar de ejemplo. Como al principio, vale repetirlo: vaya la sana envidia para emocionarse con todo lo que el pueblo uruguayo tributó a su selección. Y si bien Argentina quedó quinta, es decir, en el siguiente escalón después de Uruguay, las distancias entre lo uno y lo otro son abismales, como para que de cara al futuro se tomen los datos y se aprenda la lección.

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