Por Eduardo Menescaldi
Para un periodista no hay nada mejor que otro periodista, máxime cuando se trata de celebrar los dos siglos del primer número de La Gazeta, el órgano de la Primera Junta, que fue el primer periódico de la Revolución de Mayo y que determinó que en 1938 el Congreso de Periodistas fijara el 7 de junio como el Día del Periodista.
Y en estos tiempos tan particulares del país y del periodismo, ha sido una gran satisfacción poder participar de un encuentro con jóvenes estudiante de periodismo en el Instituto Terciario que funciona en el Socorro, en Quilmes.
Durante una hora fue muy saludable, con la presentación de la profesora Leticia Corsiforti, departir con los alumnos aspectos de esta noble y apasionante profesión -en mi caso mejor decir, vocación- con la verdad con el más importante estandarte.
Es bueno que los jóvenes estén decididos a incursionar por los difíciles vericuetos del periodismo, apostando a vivir de la profesión en el futuro.
Lo importante fue aclararles que más allá de los avatares que sufre la profesión, máxime en estos tiempos en que desde el gobierno parece buscar la forma de denostar a los profesionales que no piensan como ellos, el periodista es un soldado de la verdad, y más allá de los intereses de los medios, de las famosas pautas publicitarias, lo importante es no traicionar los principios y ser al menos independientes de cualquier poder.
Por más que se pretende denostar al periodista o colocarlo entre la espada y la pared con las amenazas de "te quito el aviso si me publicás algo en contra", es fundamental que se entienda que entre el público y lo que pasa está ese puente de plata, el periodista, dispuesto a contar lo que realmente pasa.
Como dice el leit motiv de este blog, recordando la frase de Tácito en aquella inmortal Gazeta de hace dos siglos, serán siendo raros tiempos de felicidad aquellos en que se puede decir lo que se siente y sentir lo que se quiere.
Vaya, entonces, la alegría por destacar a estos jóvenes que escucharon lo que pude darles desde la experiencia, que preguntaron sin tapujos y que, espero, hayan entendido que la perseverancia, la defensa de los valores y la apuesta a cumplir los sueños son las metas de esta maravillosa apuesta al periodismo.
Para un periodista no hay nada mejor que otro periodista, máxime cuando se trata de celebrar los dos siglos del primer número de La Gazeta, el órgano de la Primera Junta, que fue el primer periódico de la Revolución de Mayo y que determinó que en 1938 el Congreso de Periodistas fijara el 7 de junio como el Día del Periodista.
Y en estos tiempos tan particulares del país y del periodismo, ha sido una gran satisfacción poder participar de un encuentro con jóvenes estudiante de periodismo en el Instituto Terciario que funciona en el Socorro, en Quilmes.
Durante una hora fue muy saludable, con la presentación de la profesora Leticia Corsiforti, departir con los alumnos aspectos de esta noble y apasionante profesión -en mi caso mejor decir, vocación- con la verdad con el más importante estandarte.
Es bueno que los jóvenes estén decididos a incursionar por los difíciles vericuetos del periodismo, apostando a vivir de la profesión en el futuro.
Lo importante fue aclararles que más allá de los avatares que sufre la profesión, máxime en estos tiempos en que desde el gobierno parece buscar la forma de denostar a los profesionales que no piensan como ellos, el periodista es un soldado de la verdad, y más allá de los intereses de los medios, de las famosas pautas publicitarias, lo importante es no traicionar los principios y ser al menos independientes de cualquier poder.
Por más que se pretende denostar al periodista o colocarlo entre la espada y la pared con las amenazas de "te quito el aviso si me publicás algo en contra", es fundamental que se entienda que entre el público y lo que pasa está ese puente de plata, el periodista, dispuesto a contar lo que realmente pasa.
Como dice el leit motiv de este blog, recordando la frase de Tácito en aquella inmortal Gazeta de hace dos siglos, serán siendo raros tiempos de felicidad aquellos en que se puede decir lo que se siente y sentir lo que se quiere.
Vaya, entonces, la alegría por destacar a estos jóvenes que escucharon lo que pude darles desde la experiencia, que preguntaron sin tapujos y que, espero, hayan entendido que la perseverancia, la defensa de los valores y la apuesta a cumplir los sueños son las metas de esta maravillosa apuesta al periodismo.
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