PERIODISTAS

Noble y maravillosa profesión la del periodista. El escriba es el puente entre lo que pasa y la gente. Y esta profesión que en los primeros tiempos de la democracia -un sistema que volvió en el 83 para quedarse para siempre- gozaba de prestigio, trascendencia, respeto y ostentaba con orgullo la definición de "cuarto poder", hoy parece chocar contra una realidad diferente.
Porque se ha puesto más que nunca sobre el tapete el tema de la libertad de prensa versus la libertad de empresa. El hombre de prensa que trabaja para un medio debe resignarse ante la ley del medio, porque sería increíble que un periodista pudiera publicar en su periódico algo que pudiera comprometer los intereses de esa empresa.
Así las cosas, se trata de vivir... o de sobrevivir. Evidentemente en"el mundo de las pautas" los medios responden a los intereses que los cubren o los sustentan. Eso no es reprochable, en todo caso son las reglas del juego. Pero hay límites, que hacen a la honestidad profesional, la trasparencia, la renuncia a la hipocresía.
Nadie puede rasgarse las vestiduras ante la realidad del periodismo hoy. Será oficialista u opositor, según en la vereda en que se ponga o de dónde vengan los fondos de financiamiento en materia publicitaria por ejemplo, lo que no podrá ser es opositor u oficialista como profesión de fe.
Quizás el periodista, que se considere independiente dentro de la dependencia del medio -difícil equilibrio por cierto- tenga que mirarse ante el espejo y reconocer esta realidad. Podrá aceptar que su medio es oficialista u opositor, según las circunstancias, pero no podrá negar su capacidad de conciencia para reconocer lo que pasa.
Estamos en las vísperas del Bicentenario, y tal vez como hace dos siglos la gente siga queriendo saber "de qué se trata", como los patriotas de Mayo de 1810.
Ahora que comenzarán a batirse las banderas de aquellos tiempos, habrá que tomar conceptos fundamentales en su real dimensión. Patria, uno de ellos.
Ser argentino es un carné de identidad, que debe lucirse con orgullo en cada circunstancia. No pasa por llevar la escarapela, cantar el Himno o soñar con el título mundial de fútbol en Sudáfrica. Pasa, simplemente, por identificarse con la idea de la Nación que soñaron nuestros próceres y que todavía está en pañales (hay que reconocer que el nuestro es un país muy joven, con todos los bienes y los males de la adolescencia).
En este momento, en estos días tan importantes de recordación histórica, el periodismo debe hacer flamear las banderas que enaltecieron a la profesión: honestidad, trasparencia, credibilidad, independencia (dentro de lo posible) y fundamentalmente, vocación de servicio.
Desde Moreno a nuestros días, vale repetir el lema de este blog, basado en los dichos del poeta Tácito, traducidos del latín: raros días de felicidad, aquellos en que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente.

Comentarios