SANDRO, EL NEGRO THOMPSON, EL VIEJO...

En día de Reyes las imágenes se mezclan sin solución de continuidad. Porque la muerte de Sandro, el shock que produjeron sus fans, y las vacaciones suman la posibilidad de escribir sensaciones.
Murió Sandro, y como todos dicen, nació la leyenda. Se podría pensar que es el adiós al último ídolo, en toda la dimensión de la palabra, porque se podrá hablar de Palito, Diego, Charly... pero Sandro es Sandro.
Con su filosofía de vida, con sus carcajadas, con sus enigmas detrás de la fortaleza de Banfield, y con su mensaje de autocrítica, porque él se sintió responsable, cigarrillos mediante, de todo lo que le pasó y terminó con su vida. De todas maneras, lo dejó con un enorme mensaje para quienes deben entender que "el fumar no es un placer"...
Sandro nació en Valentín Alsina, tierra de tango si las hay, y seguramente cerca del Sportivo Alsina, de Pompeya (donde Antonio Barros, con su salud ventanero, despertaba sentimientos en los corazones de quienes se tomaban en serio aquello de "sean buenos" y escuchaban a Juan Corazón Ramón, Horacio Ascheri o al propio yerno de don Antonio, Hugo Marcel, y eso de "yo he visto pasar a María).
En pocas horas, hemos sabido todo o casi todo de Sandro, con las casi 50 mil personas que pasaron por el Congreso, con los homenajes que casi en cadena le dedicaron todos los canales, desde Crónica TV, el incondicional sentimiento de Héctor Ricardo García, hasta los modestos recuerdos de Pipo Mancera, cuando aseguraba que le había anunciado al Canal 13 que si quitaban a Sandro de la programación -por sus movimientos pélvicos, mimetización de Elvis, etcétera- él se iba y logró lanzar al artista desde la base, un artista que llegó a ser un ícono de América. Comenzando con el rock, y sumando lo melódico y lo romántico en toda su carrera.
Con Sandro no tuve nunca un encuentro, más allá que desde Banfield se conocían datos, o se alimentaba la leyenda. Alguna vez alguien me dijo que tenía siete coches, y que el chofer decía que los utilizaba de a uno por día.
También supe de una de sus fans, una banfileña que tenía devoción por el Gitano,que le mandaba cartitas o llamadas telefónicas, y que el propio Sandro la llamaba la hincha... Adriana Graciela...
Alguna vez se me ocurrió escribir una canción, tomé la revista Folklore y Olinto Bertani alentaba para poner la música si alguien le mandaba la letra. Se hizo y me mandó el pentagrama, la letra y en el folleto, curiosamente aparecía la imagen de Sandro, tal vez porque Banfield era sinónimo del Gitano.
Alguna vez también se hacía la visita curiosa por los alrededores de Berutti y la Avenida Yrigoyen, para observar el paredón que habia construido en su casa y que servía para separar la intimidad de su labor artística.
Decía que en estos días supimos más de Sandro que nunca. Desde Mancera contando las primeras actuaciones en Sábados Circulares, primero con Los de Fuego y luego como solista, Silvio Soldán relatando la presentación en el festival Buenos Aires de la Canción, con Quiero llenarme de tí, que finalmente ganó el certamen por amplia distancia. Recordó que se lo recomendó a Miguel de Calasanz, el director de Canal 9 del programa El Special. Don Miguel lo rechazó al principio, por sus movimientos pélvicos, pero terminó rindiéndose después de lo del festival y la respuesta del público. Dijo Silvio que la primera vez que Sandro cantó en El Special, hubo como 300 niñas que desbordaron todas las vallas y refirió que cuando se retiraron había charcos de pis... porque las chicas se orinaban encima, dijo Silvio, aunque alguno no quiera creerlo.
Cacho Fontona también habló de Sandro en el Madison Square Garden, en la primera vez que un latino cantaba en ese mítico escenario. Cacho fue el encargado de presentarlo.
Velasco Ferrero habló de Sandro y una actuación en Córdoba. Fue a verlo al ensayo a la tarde con dos chiquilinas y Sandro lo recibió con mucho afecto, después de la presentación y de la charla, se le acercó a Sergio y le dijo: te hice quedar bien, no?
Sandro suena a barrio. Nunca fue diferente. Difícilmente se lo encontrará ligado a algún escándalo. Cuidó la vida privada como nadie. Recién de grande se le conoció alguna pareja, como Maria Elena primero y la última Olga, que se bancó todo estos últimos meses de enfermedad.
Maria Martha Serra Lima contó un oculto romance de los 70, cuando ella recién empezaba y cantaba en Michelangelo. Decía que Roberto la iba a ver sin mostrarse públicamente, y antes de terminar el show, la esperaba en el auto.
Incluso contó que a la compañía discográfica no le gustaba demasiado promocionar esa relación y les pedía discreción, que ellos mantenían a raja tabla, porque la compañía entendía que era una relación que afectaba la carrera de ambos... si se difundía (algo como para comentar porque el amor no debe tener barreras).
Valeria Lynch relató aquellos días de enormes y extensos shows que los dos daban en teatros distintos, ubicados uno frente al otro, y alguna vez que armaron visitas de uno al otro. Ella, Valeria, fue al teatro de Sandro, cantó un tema y se fue, esperando a Roberto ... Pasaron los minutos y ya pensaba que no vendría. Pero como el show de Sandro terminaba mucho antes, el Gitano se tomó el tiempo, se dio un baño, se cambió y casi sobre el final del show de Valeria, apareció en el escenario.
En fin, se ha producido una Gitanización de los medios. Sandro, como se dijo, dejó atrás al artista para dar lugar a la leyenda. Y curiosas casualidades: sus restos irán a un cementerio privado de Burzaco, el mismo donde está Mi Viejo.
Por último, en este fárrago de imágenes no podía faltar el relato de aquella historia del Negro Thompson, el capo de la barra de Quilmes, por aquella noche de reyes del 5 de enero de 1983. Jugaban Boca y Quilmes en la Bombonera, ganó Boca 1 a 0, Quilmes se iba al descenso, pero hubo una refriega en las afueras del estadio, con un muerto. Fue acusado el Negro Thompson. El aseguraba que no había ido a la cancha, incluso eso se decía desde antes porque sufria de lumbalgia.
El diario El Sol tomó la cuestión como una bandera, con muchísimos testimonios que decian que Thompson no había ido a la cancha.
No se lo condenó en primera instancia, pero hubo apelación y ahí sí fue condenado. En esa época viajó a Paraguay, pero un buen día regresó a Quilmes. Instaló la verdulería Los Cerveceros, alguien lo denunció y fue detenido. Murió en cárcel años después, aparentemente por un paro cardíaco mientras jugaba al futbol. Otros hablaron de una reyerta en la prisión. El Negro también entró en el terreno de la leyenda.
Imágenes, muchas, que se agolpan en esta jornada de reyes 2010.

Mercedes y/o Sandro

Un comentario editorial del periodista Alfredo Leuco tuvo sus condimentos, bajo el título Mercedes y/o Sandro. Comparó a Mercedes (Sosa) con Sandro, y mostró las diferencias del gobierno en cuanto a las muertes de ambos. Mientras que con Mercedes prácticamente todo el gobierno participó del velatorio, incluso se postergó el inicio de un encuentro por la "televisión pública" porque la presidenta asistió al Congreso al velatorio de la Negra Sosa.
En el caso Sandro, sólo asistió el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, como diferenciando las muertes, aunque en los hechos el público, único árbitro de las situaciones, le dio el respaldo a ambos, y en el caso del Gitano, la realidad, que es la única verdad, demostró que la gente apareció con una respuesta y con una multitud increíble, que lo acompañó desde el Congreso a la última morada en el cementerio de Jardín de la Paz, Gloriam, de Longchamps o Burzaco.
Fue tremendo el acompañamiento de la gente junto al ídolo, y el gobierno prácticamente lo ignoró, demasiado ensimismado en las peleas intestinas por el tema Banco Central, reservas, etcétera.
Dijo Leuco que no podía pensar que desde el gobierno se hicieran diferencias, porque Mercedes era militante de los derechos humanos y Sandro, no, en todo caso, militante del sentimiento, del amor, de los derechos humanos que también pasan por el corazón, y los sentimientos.
Acercarse al lugar de los hechos, hoy a eso de las 15 fue corroborar a través de toda la Avenida Hipólito Yrigoyen, en la zona de Lanús-Banfield la multitud que acompañó el cortejo, con rosas, lágrimas, gritos, cantos, etcétera. Todo un signo de cuando un ídolo se va.... y Sandro se transformó en un mito, comparable con Gardel, Evita, Perón, Sosa, Mercedes, Alfonsín... Seguramente este acompañamiento a la última morada entrará en la historia de los hechos más destacados vividos desde el periodismo.

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