SENSACION DE INSEGURIDAD...

Algún funcionario supuso alguna vez que la inseguridad era una sensación apenas. Cuando de pronto esa inseguridad se vive en carne propia, entonces se da cuenta el que lo sufre que la realidad supera a las percepciones.
Quien esto escribe fue asaltado en la puerta de su domicilio el pasado sábado a las 21.15, aproximadamente, en el corazón de Quilmes Oeste.
Curiosamente, mi hija Florencia me había alertado previamente sobre la inseguridad y los recaudos a tomar para evitar ser asaltado. Y sin embargo, sucedió...
"Con ese pensamiento llegué a casa (la había llevado a Flor a la casa de una amiga), estacioné el auto y cuando voy a entrar, antes de abrir la reja, apareció -no sé de dónde- un chico con un arma, me la acercó a la cabeza y me dijo: dame todo. Debí quedar paralizado y simplemente atiné a responderle: tomá las llaves del coche y la carterita (con los documentos), sobre todo porque el pibe insinuaba que entrara al auto.
"Se metió en el coche y salió, creo que venía con uno u otro más, pero desaparecieron rápidamente, así que supongo que tendrían apoyo con otro vehículo.
Con la desesperación del momento vivido -apenas segundos, que parecieron una eternidad.- entré, le conté el episodio a mi esposa y rápidamente fuimos con mi cuñado Ricardo a hacer la denuncia a la comisaría 3a. Mientras, a través del comisario Horacio Dabanovic, se hacía el reclamo en Lo Jack.
"En la comisaría estaba haciendo la denuncia, cuando llegó la información de que el auto había sido encontrado por la gente de Lo Jack en Sarandí, sobre Pasteur casi Mitre. Desde la comisaría fuimos hasta el lugar, se hizo el trámite ante Lo Jack y posteriormente, un patrullero me escoltó con el teniente primero Orlando Segovia y el oficial de policía Jesús Oliva.
En la tercera se registró la denuncia, ya no como robo sino como hallazgo, y tambiéntuvo su actuación la policía científica, con una exhaustiva actividad.
"El coche volvió a casa, y más allá de las cosas que tenía la carterita, entre ellas un grabador, lo importante es no haber tenido mayores consecuencias, como las que habitalmente se ven por televisión o se leen en los diarios.
Vale agradecer la labor policial, amén de los citados, el oficial inspector Jorge Domínguez y todo el personal de la comisaría, así como el comisario Dabanovic.
Pero todo no quedó ahí. Después de "la mala", viene "la buena". Porque al día siguiente me llamaron desde Dominico, el joven Pablo, quien avisó que había encontrado la carterita en un cesto de basura. Estaban todos los documentos, lo único que faltaba era el grabador, se ve que los cacos se quedaron con ese elemento como único provecho.
Ayer, ya cumpliendo función periodística, pude recorrer los tribunales de Quilmes, en Alberdi 233, donde funciona el flamante fuero de responsabilidad penal juvenil. La recorrida se hizo junto a la doctora María del Carmen Falbo, procuradora general de la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires.
La doctora destacó las instalaciones -allí estuvo tiempo atrás el Sanatorio Alberdi- y aseguró que es una manera de producir un trabajo judicial en buenas condiciones.
A la doctora le preguntaron qué pensaba de bajar la imputabilidad de delitos de menores, y repitió lo que dice siempre: no es partidaria de esa medida, lo importante es que mejoren las condiciones para desarrollar la actividad judicial, y en el caso de los menores, que desde el Estado se den las condiciones para que esos menores, que hoy no trabajan ni estudian, no tengan el caldo cultivo para la delincuencia.
De todas maneras, vale volver al tema de la inseguridad y las palabras de algunos funcionarios con la sensación. Puede ser que exista esa sensación de inseguridad, pero cuando toca a uno la sensación toma otro cuerpo. Ese segundo con el pibe apuntando tiene una palabra para definirlo: inefable, es decir, aquello que no se puede explicar con palabras.
Sólo resta pedir a quien corresponda que se haga algo porque esto ya superó todos los límites. Ojalá todo lo que se haga sirva para mejorar las sensaciones.

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