Por Eduardo Menescaldi
Banfield acaba de consagrarse campeón de primera división por primera vez en su historia más que centenaria y el logro sin duda pasa por este blog y llega hasta el cielo, porque desde allá seguramente El Viejo estará disfrutando esta conquista tanta tiempo postergado.
No podía menos que recordar que Papá siempre me hablaba de las finales con Racing en el 51, que fueron dos, con un empate sin goles y la revancha, la ganó la Academia con el gol de Mario Boyé, aunque Papá siempre decía que en ese último partido pasaron "cosas raras", incluso a Racing se lo conocía como el Deportivo Cereijo, por el presidente de Racing, funcionario de Perón, que influyó mucho en el resultado.
58 años después, y aunque Papá lo palpite desde el Cielo, Banfield logra el cetro máximo de primera, por más que ahora se jueguen torneos de una rueda y las cosas hayan cambiado muchísimo, con televisión, marketing, y todo lo demás.
Sin duda, este título me produce una sensación especial. Porque lleva las imágenes a la infancia y adolescencia, cuando compartía el sentimiento por El Taladro. Y si bien hoy no es lo mismo -en Quilmes me agarró el Mal del Sauce, como cuenta Chalo Agnelli, y la Burbuja de la Cerveza, como dice el Profe Troncoso, desde hace años- no puedo ocultar esa emoción que me hace pensar rápidamente en el Viejo, mis hermanos, sobrinos y tantos otros que de una u otra manera ven por primera vez lo que sin duda es un hecho histórico: primer campeonato en primera en 78 años de profesionalismo. Y no es poca cosa.
Más allá de la derrota -en todo caso en Rosario, San Lorenzo se encargó hacer lo mismo que el Boca de Palermo- el título premia al mejor, siempre es así, y así lo marcan los números de la campaña: apenas dos derrotas en 19 fechas.
Banfield, ciudad, es una fiesta. Se celebra y hoy nadie duerme. Los duendes de mi infancia y de mi adolescencia salieron a relucir por doquier, y bienvenido esa. Vaya este reconocimiento de un Quilmeño, que como nunca siente -por más que alguno se enoje o intente separar las aguas, por esas tontas rivalidades- la satisfacción del título de un Taladro que perforó toda la historia.
PD: allá en el Cielo Papá y Floreal se han encontrado seguramente para hablar de fútbol, Floreal debe haber felicitado al Viejo y Papá le habrá dicho: bueno, ahora le toca a Quilmes subir el año próximo. Ah!, eso sí, lo espera el campeón de Primera.
Banfield acaba de consagrarse campeón de primera división por primera vez en su historia más que centenaria y el logro sin duda pasa por este blog y llega hasta el cielo, porque desde allá seguramente El Viejo estará disfrutando esta conquista tanta tiempo postergado.
No podía menos que recordar que Papá siempre me hablaba de las finales con Racing en el 51, que fueron dos, con un empate sin goles y la revancha, la ganó la Academia con el gol de Mario Boyé, aunque Papá siempre decía que en ese último partido pasaron "cosas raras", incluso a Racing se lo conocía como el Deportivo Cereijo, por el presidente de Racing, funcionario de Perón, que influyó mucho en el resultado.
58 años después, y aunque Papá lo palpite desde el Cielo, Banfield logra el cetro máximo de primera, por más que ahora se jueguen torneos de una rueda y las cosas hayan cambiado muchísimo, con televisión, marketing, y todo lo demás.
Sin duda, este título me produce una sensación especial. Porque lleva las imágenes a la infancia y adolescencia, cuando compartía el sentimiento por El Taladro. Y si bien hoy no es lo mismo -en Quilmes me agarró el Mal del Sauce, como cuenta Chalo Agnelli, y la Burbuja de la Cerveza, como dice el Profe Troncoso, desde hace años- no puedo ocultar esa emoción que me hace pensar rápidamente en el Viejo, mis hermanos, sobrinos y tantos otros que de una u otra manera ven por primera vez lo que sin duda es un hecho histórico: primer campeonato en primera en 78 años de profesionalismo. Y no es poca cosa.
Más allá de la derrota -en todo caso en Rosario, San Lorenzo se encargó hacer lo mismo que el Boca de Palermo- el título premia al mejor, siempre es así, y así lo marcan los números de la campaña: apenas dos derrotas en 19 fechas.
Banfield, ciudad, es una fiesta. Se celebra y hoy nadie duerme. Los duendes de mi infancia y de mi adolescencia salieron a relucir por doquier, y bienvenido esa. Vaya este reconocimiento de un Quilmeño, que como nunca siente -por más que alguno se enoje o intente separar las aguas, por esas tontas rivalidades- la satisfacción del título de un Taladro que perforó toda la historia.
PD: allá en el Cielo Papá y Floreal se han encontrado seguramente para hablar de fútbol, Floreal debe haber felicitado al Viejo y Papá le habrá dicho: bueno, ahora le toca a Quilmes subir el año próximo. Ah!, eso sí, lo espera el campeón de Primera.
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