Quilmes volvió a repetir la victoria de una semana atrás: 2 a 1 sobre San Martín de Tucumán, con goles de Facundo Sava y Mauricio Carrasco, el de los tucumanos lo concretó Visconti.
Fue casi un calco de aquella victoria sobre Unión una semana atrás. Ganaba el visitante y Quilmes lo dio vuelta en dos minutos, con el gol de Sava a los 35 minutos del segundo tiempo y el de Mauricio Carrasco a los 37. Contra Unión, ganaba el Tatengue y lo dio vuelta, con los goles de Carrasco y Sava (los mismos, en distinto orden).
Otra vez el camino a la victoria estuvo lleno de obstáculos, porque cuando Visconti concretó en la primera etapa ese "zapatazo" -un gol de otro partido- Quilmes jugaba muy mal, al igual que su adversario, y la diferencia sólo la mostraba ese tanto.
Como viene sucediendo en los últimos partidos, el Cervecero regaló un tiempo y tuvo que jugar todas las fichas en el segundo.
En esta etapa, el local modificó la actitud, se fue más arriba, y si se suman los cambios que realizó el técnico José María Bianco, hay que decir que terminaron por redituarle dividendos al Decano, porque buscó la victoria de todas formas y la justificó con los goles de Sava -su ingreso fue fundamental para cambiar la historia- y de Carrasco (ya lleva 5 en su haber).
De las críticas, el sufrimiento, el inconformismo de siempre, se pasó en dos minutos a la alegría total. El triunfo no se discute, por más que Quilmes siempre da la impresión de que concede demasiado para alcanzar los logros.
Más allá de los dos penales que no cobró Alejandro Toia en el primer tiempo -una mano, que entendió casual y fue más que nunca intencional y un empujón dentro del área tucumana- ese primer tiempo dejó muy poco para el balance positivo. Sólo la voluntad del chico Cerro .... y una reflexión: por fin, Quilmes encontró en este chico el 5 que tanto ha venido buscando.
En el segundo tiempo, las cosas cambiaron desde el ingreso de Facundo Sava (iba a ser titular, se lo reservó en el banco y cuando Bianco lo necesitó, apeló a capitalizar ese recurso que tanto necesitaba).
Luego, la llegada de Gutiérrez y finalmente de Córdoba terminaron por justificar el cambio de resultado. Porque el gol de Sava llegó tras el pase de Gutiérrez, y finalmente Carrasco redondeó el triunfo, que se festejó con la misma intensidad y con similar desahogo con que minutos antes se discutía, criticaba, etcétera, poniendo los puntos sobre las íes sobre determinados jugadores que no alcanzaron un buen nivel: Quiles, Corvalán, Olivares (Bianco terminó cambiándolo)...
Pero el saldo final dejó dos figuras para destacar, el pibe Cerro, enorme en toda su gestión, y el experimentado Sava, es decir, el perfecto equilibrio entre el más chico y el más grande en edad.
Junto a ellos, fue interesante lo que aportó Gutiérrez, también Meza Sánchez, Seri no estuvo tan errático como ante Unión, y en defensa, más allá de algunos titubeos de Herbella y las desprolijidades de ambos latelares -Ribonetto mantuvo un buen nivel- se alcanzó la seguridad de siempre.
Alguna vez se dijo que un gran equipo se sustenta en cuatro pilares: un buen arquero, un zaguero central que dé seguridad, un volante creativo y un goleador en ataque. Quilmes tiene ese arquero -Trípodi debe ser hoy el mejor de la categoría-, en defensa no alcanza con uno, porque hay dupla Ribonetto-Herbella para justificar este dato, y sólo está restando completar los otros pilares: el volante de creación -todavía no se encontró al 10, por más que por ese lugar hayan pasado Olivares, Planté, el hoy lesionado López, quien sería el más indicado para acercarse al ideal- y el delantero goleador. Ya no está Moralez y su olfato, hoy los goleadores son Carrasco. Lentini y Sava, con muy pocos tantos en su haber.. aunque en los casos Carrasco y Sava, tienen pocos partidos como para que todavía tengan fundamentos para el objetivo. Por ahora, Carrasco ha tomado una pequeña ventaja sobre el resto.
De todas maneras, el final feliz, por segunda vez en una semana, sirve para mirar el futuro con optimismo. Quilmes tuvo demasiado complemento y se quedó justicieramente con los tres puntos. El hincha quiere que en el futuro haya más minutos como los segundos 45, porque no se aceptan producciones como la del primer tiempo... Bianco tendrá que apostar más a la ofensiva, sin regalar un tiempo como viene sucediendo con el primero.
Pese a ellos, siempre buscando EL EQUIPO, hay que decir que es tanto lo que falta para el final del torneo -24 fechas, es decir, 72 puntos- que ser demasiados críticos no parece ser una buena receta. San Martín de Tucumán nunca quiso ganar, sacó un número de la lotería, como el golazo de Visconti -fue la única llegada tucumana en todo el partido- y el tiempo demostró que no pudo o no supo capitalizar ese dinero que le cayó del cielo. Y al final, como en los cuentos, ganaron los buenos. Quilmes se quedó con el sabor de una victoria tan merecida como laboriosa.
El sábado que viene habrá una nueva apuesta: Independiente Rivadavia en Mendoza. Por ahora, vale la pena disfrutar de los buenos momentos, y tratándose del Cervecero, hay que terminar diciendo qué bueno es gozar del sabor del encuentro.
Fue casi un calco de aquella victoria sobre Unión una semana atrás. Ganaba el visitante y Quilmes lo dio vuelta en dos minutos, con el gol de Sava a los 35 minutos del segundo tiempo y el de Mauricio Carrasco a los 37. Contra Unión, ganaba el Tatengue y lo dio vuelta, con los goles de Carrasco y Sava (los mismos, en distinto orden).
Otra vez el camino a la victoria estuvo lleno de obstáculos, porque cuando Visconti concretó en la primera etapa ese "zapatazo" -un gol de otro partido- Quilmes jugaba muy mal, al igual que su adversario, y la diferencia sólo la mostraba ese tanto.
Como viene sucediendo en los últimos partidos, el Cervecero regaló un tiempo y tuvo que jugar todas las fichas en el segundo.
En esta etapa, el local modificó la actitud, se fue más arriba, y si se suman los cambios que realizó el técnico José María Bianco, hay que decir que terminaron por redituarle dividendos al Decano, porque buscó la victoria de todas formas y la justificó con los goles de Sava -su ingreso fue fundamental para cambiar la historia- y de Carrasco (ya lleva 5 en su haber).
De las críticas, el sufrimiento, el inconformismo de siempre, se pasó en dos minutos a la alegría total. El triunfo no se discute, por más que Quilmes siempre da la impresión de que concede demasiado para alcanzar los logros.
Más allá de los dos penales que no cobró Alejandro Toia en el primer tiempo -una mano, que entendió casual y fue más que nunca intencional y un empujón dentro del área tucumana- ese primer tiempo dejó muy poco para el balance positivo. Sólo la voluntad del chico Cerro .... y una reflexión: por fin, Quilmes encontró en este chico el 5 que tanto ha venido buscando.
En el segundo tiempo, las cosas cambiaron desde el ingreso de Facundo Sava (iba a ser titular, se lo reservó en el banco y cuando Bianco lo necesitó, apeló a capitalizar ese recurso que tanto necesitaba).
Luego, la llegada de Gutiérrez y finalmente de Córdoba terminaron por justificar el cambio de resultado. Porque el gol de Sava llegó tras el pase de Gutiérrez, y finalmente Carrasco redondeó el triunfo, que se festejó con la misma intensidad y con similar desahogo con que minutos antes se discutía, criticaba, etcétera, poniendo los puntos sobre las íes sobre determinados jugadores que no alcanzaron un buen nivel: Quiles, Corvalán, Olivares (Bianco terminó cambiándolo)...
Pero el saldo final dejó dos figuras para destacar, el pibe Cerro, enorme en toda su gestión, y el experimentado Sava, es decir, el perfecto equilibrio entre el más chico y el más grande en edad.
Junto a ellos, fue interesante lo que aportó Gutiérrez, también Meza Sánchez, Seri no estuvo tan errático como ante Unión, y en defensa, más allá de algunos titubeos de Herbella y las desprolijidades de ambos latelares -Ribonetto mantuvo un buen nivel- se alcanzó la seguridad de siempre.
Alguna vez se dijo que un gran equipo se sustenta en cuatro pilares: un buen arquero, un zaguero central que dé seguridad, un volante creativo y un goleador en ataque. Quilmes tiene ese arquero -Trípodi debe ser hoy el mejor de la categoría-, en defensa no alcanza con uno, porque hay dupla Ribonetto-Herbella para justificar este dato, y sólo está restando completar los otros pilares: el volante de creación -todavía no se encontró al 10, por más que por ese lugar hayan pasado Olivares, Planté, el hoy lesionado López, quien sería el más indicado para acercarse al ideal- y el delantero goleador. Ya no está Moralez y su olfato, hoy los goleadores son Carrasco. Lentini y Sava, con muy pocos tantos en su haber.. aunque en los casos Carrasco y Sava, tienen pocos partidos como para que todavía tengan fundamentos para el objetivo. Por ahora, Carrasco ha tomado una pequeña ventaja sobre el resto.
De todas maneras, el final feliz, por segunda vez en una semana, sirve para mirar el futuro con optimismo. Quilmes tuvo demasiado complemento y se quedó justicieramente con los tres puntos. El hincha quiere que en el futuro haya más minutos como los segundos 45, porque no se aceptan producciones como la del primer tiempo... Bianco tendrá que apostar más a la ofensiva, sin regalar un tiempo como viene sucediendo con el primero.
Pese a ellos, siempre buscando EL EQUIPO, hay que decir que es tanto lo que falta para el final del torneo -24 fechas, es decir, 72 puntos- que ser demasiados críticos no parece ser una buena receta. San Martín de Tucumán nunca quiso ganar, sacó un número de la lotería, como el golazo de Visconti -fue la única llegada tucumana en todo el partido- y el tiempo demostró que no pudo o no supo capitalizar ese dinero que le cayó del cielo. Y al final, como en los cuentos, ganaron los buenos. Quilmes se quedó con el sabor de una victoria tan merecida como laboriosa.
El sábado que viene habrá una nueva apuesta: Independiente Rivadavia en Mendoza. Por ahora, vale la pena disfrutar de los buenos momentos, y tratándose del Cervecero, hay que terminar diciendo qué bueno es gozar del sabor del encuentro.
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