POR EL PLACER DE VOLVER A VERLA

Magia. Sin duda es la palabra que define mejor que ninguna la obra que anoche se presentó en La Moreno, en Bernal: "Por el placer de volver a verla", del autor Michael Trembley, con las excelentes actuaciones de Virginia Lago y Manuel Callau.
La especial relación de una madre y su hijo son plasmadas con una pieza tierna, entrañable, que mueve y conmueve.
El hijo quiere volver a ver a su madre para contarle todo lo que tiene adentro. Ahí se va desgranando el relato de Miguel, quien mira y admira a su madre y le va diciendo todo aquello que tenía guardado, y que hace a su infancia y adolescencia, y a su vocación de autor.
El teatro aparece en toda su dimensión, demostrando que con un buen texto se puede llegar a sacudir al espectador.
Uno de los temas que plantea el autor es la especial relación actor-espectador, expuesto por la madre en un monólogo de antología.
Manuel Callau es un excelente actor y lo demuestra encarnando todos los dilemas que Miguel pretende relatar y resolver. En tanto, la madre, Nana, presenta a una Virginia Lago en un trabajo descomunal, que se ganó con justicia el premio Estrella de Mar, en el pasado verano marplatense.
Virginia, quien ha recorrido múltiples personajes, todos compuestos con criterio y calidad, en este caso ofrece picardía, ternura, sobreprotección y todos los aspectos de una madre especial, a la que el hijo recuerda con cariño y busca decirle todo aquello que le quedó en el tintero, para agradecerle.
El placer simplemente de volver a ver a su madre y decirle con agradecimiento todo lo que incidió para su carrera de escritor y autor es la esencia de este imaginario encuentro, que pone a estos dos actores sobre el escenario durante toda la pieza.
Nuevamente gana el teatro, demostrando lo bueno que significa tener una obra de texto.
El valor de sus palabras adquiere su real magnitud y sirve para que la platea responda con una ovación al final.
En su monólogo, Nana habla de esa actriz que durante dos horas y media recitó un texto, se entregó totalmente y conmovió al espectador, y fantasea sobre lo que puede pasarle cuando deja el personaje para volver a ser persona. Y va más allá, porque se pregunta si esa actriz pensará en el espectador, o si la cosa es solo al revés.
En fin, gana el teatro. Y como Manuel Callau ha estado viviendo en España, donde investigó sus raíces familiares e incluso trajo a familiares a la Argentina para agasajarlos, cuando terminó la representación, se animó a decir que "como estamos en nuestra casa, quiero agradecer la presencia de Jorge, quien vive en España y vino a vernos". En todo caso, una respuesta a la inquietud de ese monólogo, en la relación actor-espectador.
La Moreno sigue presentando buenos espectáculos en Belgrano 450, Bernal, y en este caso vale agradecerlo sinceramente.

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