Atrás había quedado el sueño de luchar por algo en este torneo, y era el partido de la transición, ya que desde el lunes será José María Bianco el encargado de dirigir al equipo Cervecero.
Después de la caida aplastante en Los Andes, este partido con Independiente Rivadavia de Mendoza era un aperitivo.
La dupla Kergaravat-Escalante decidió despedirse con mayoría de chicos, y las cosas no le salieron tan mal, a pesar que al final se lamentó el empate.
Quilmes tuvo actitud y pitufos en acción, sobre todo por el lado del Gurí García y del debutante (desde el inicio) Narvay.
Con un buen primer tiempo, justificando el 1 a 0 favorable -con un golazo del pibe Narvay-, Quilmes se puso nuevamente en ventaja en los primeros minutos del complemento, con el tanto del Colorado Fassi.
El mendocino -al igual que Quilmes resignó ya todas sus posibilidades- parecía no reaccionar, y cuando se quedó con 10 por el intrascendente Ortega -se ganó la roja por un golpe a García- se entendía que no podría arrimar el visitante.
Sin embargo, su técnico se la jugó y sacó a un defensor para buscar la hazaña, que finalmente llegó porque el cuyano alcanzò increíblemente al empate en dos acciones aisladas.
Quilmes pagó caro su falta de pragmatismo a la hora de la definición -en todo caso un déficit de todo el torneo- y a los errores defensivos que siempre le causaron dolores de cabeza.
De todas maneras, esta vez la cuota crítica sólo pasa por lamentar los dos puntos perdidos, porque finalmente "picó" la lepra.
Porque se entiende que en este encuentro de transición, la cuestión era demostrar al nuevo técnico que algo queda, después de tantas ilusiones quebradas.
Bianco tendrá que trabajar mucho, y sobre todo, aportar su experiencia para que en partidos como éste, se logre cerrar el resultado ... en todo caso fue el déficit que Quilmes ofreció en muchos pasajes del campeonato.
El lunes comienza la nueva etapa, y Bianco sabe que el trabajo es a mediano plazo, aunque en el corto tiene desafíos más que interesantes, empezando por la visita al líder Chacarita, en Ferro el sábado.
Quilmes se encontrará con un "funebrero" que va a tratar de recuperarse rápidamente de la derrota de hoy en Tucumán, porque el de San Martín sigue con buena ventaja sobre sus escoltas y el sueño de ascenso lo mantiene con razonables fundamentos.
En todo caso, en esta primera prueba -de fuego sin duda- Bianco deberá demostrar que el cambio de conducción sirve por lo menos para abrigar nuevas esperanzas, lógicamente pensando más que nada en el próximo torneo, aunque imaginando que en éste de los 24 puntos que restan hay que tratar de conseguir el mayor número posible, para mejorar el promedio y fundamentalmente, para levantar las ilusiones de los pocos hinchas que hoy se acercan a la cancha, pero que seguramente van a volver en la medida en que los buenos momentos mostrados ante los mendocinos tengan mayor solidez.
Como diría Augusto Tamayo Vargas, por qué no, hay que tener esperanza en los días que vienen, màxime después de la frustración que significó el 4 a 2 con Instituto y el 3 a 0 con Los Andes. Evidentemente, este 2 a 2 no alcanza pero por lo menos da alguna ilusión, como para imaginar que Bianco -vale repetir el tema de la experiencia- pueda acomodar las piezas para lograr mejores resultados. No será fácil, sin duda, de todas maneras no hay mal que dure cien años, y si hay recuperación, también se podrá lograr que el Centenario, hoy en su cumpleaños 14 casi vacío, vaya recibiendo simpatizantes para llegar algún día a mostrar un escenario con gente... que para eso se inauguró hace catorce años.
PD: en este partido Quilmes gastó toda la pólvora demasiado rápido y al final se quedó sin cartuchos, uno de los temas que tendrá que resolver Bianco.
Y a los pibes les tendrá que dar algunos consejos, para que el equipo termine siempre por arriba de las individualidades, en este caso el Gurí García, por aquello de que la pelota no se cansa y hay que pasarla antes, lógico todo esto se resuelve con trabajo y tiempo, algo que ahora le sobra al nuevo técnico.
Después de la caida aplastante en Los Andes, este partido con Independiente Rivadavia de Mendoza era un aperitivo.
La dupla Kergaravat-Escalante decidió despedirse con mayoría de chicos, y las cosas no le salieron tan mal, a pesar que al final se lamentó el empate.
Quilmes tuvo actitud y pitufos en acción, sobre todo por el lado del Gurí García y del debutante (desde el inicio) Narvay.
Con un buen primer tiempo, justificando el 1 a 0 favorable -con un golazo del pibe Narvay-, Quilmes se puso nuevamente en ventaja en los primeros minutos del complemento, con el tanto del Colorado Fassi.
El mendocino -al igual que Quilmes resignó ya todas sus posibilidades- parecía no reaccionar, y cuando se quedó con 10 por el intrascendente Ortega -se ganó la roja por un golpe a García- se entendía que no podría arrimar el visitante.
Sin embargo, su técnico se la jugó y sacó a un defensor para buscar la hazaña, que finalmente llegó porque el cuyano alcanzò increíblemente al empate en dos acciones aisladas.
Quilmes pagó caro su falta de pragmatismo a la hora de la definición -en todo caso un déficit de todo el torneo- y a los errores defensivos que siempre le causaron dolores de cabeza.
De todas maneras, esta vez la cuota crítica sólo pasa por lamentar los dos puntos perdidos, porque finalmente "picó" la lepra.
Porque se entiende que en este encuentro de transición, la cuestión era demostrar al nuevo técnico que algo queda, después de tantas ilusiones quebradas.
Bianco tendrá que trabajar mucho, y sobre todo, aportar su experiencia para que en partidos como éste, se logre cerrar el resultado ... en todo caso fue el déficit que Quilmes ofreció en muchos pasajes del campeonato.
El lunes comienza la nueva etapa, y Bianco sabe que el trabajo es a mediano plazo, aunque en el corto tiene desafíos más que interesantes, empezando por la visita al líder Chacarita, en Ferro el sábado.
Quilmes se encontrará con un "funebrero" que va a tratar de recuperarse rápidamente de la derrota de hoy en Tucumán, porque el de San Martín sigue con buena ventaja sobre sus escoltas y el sueño de ascenso lo mantiene con razonables fundamentos.
En todo caso, en esta primera prueba -de fuego sin duda- Bianco deberá demostrar que el cambio de conducción sirve por lo menos para abrigar nuevas esperanzas, lógicamente pensando más que nada en el próximo torneo, aunque imaginando que en éste de los 24 puntos que restan hay que tratar de conseguir el mayor número posible, para mejorar el promedio y fundamentalmente, para levantar las ilusiones de los pocos hinchas que hoy se acercan a la cancha, pero que seguramente van a volver en la medida en que los buenos momentos mostrados ante los mendocinos tengan mayor solidez.
Como diría Augusto Tamayo Vargas, por qué no, hay que tener esperanza en los días que vienen, màxime después de la frustración que significó el 4 a 2 con Instituto y el 3 a 0 con Los Andes. Evidentemente, este 2 a 2 no alcanza pero por lo menos da alguna ilusión, como para imaginar que Bianco -vale repetir el tema de la experiencia- pueda acomodar las piezas para lograr mejores resultados. No será fácil, sin duda, de todas maneras no hay mal que dure cien años, y si hay recuperación, también se podrá lograr que el Centenario, hoy en su cumpleaños 14 casi vacío, vaya recibiendo simpatizantes para llegar algún día a mostrar un escenario con gente... que para eso se inauguró hace catorce años.
PD: en este partido Quilmes gastó toda la pólvora demasiado rápido y al final se quedó sin cartuchos, uno de los temas que tendrá que resolver Bianco.
Y a los pibes les tendrá que dar algunos consejos, para que el equipo termine siempre por arriba de las individualidades, en este caso el Gurí García, por aquello de que la pelota no se cansa y hay que pasarla antes, lógico todo esto se resuelve con trabajo y tiempo, algo que ahora le sobra al nuevo técnico.
Comentarios