EL LEGADO DE ALFONSIN

La historia tendrá sin duda muchas páginas para escribir sobre estos días. La muerte de Raúl Alfonsín ha dejado su secuela, y servirá para receptar la moraleja.
Bastó que deje la vida para que pase a la inmortalidad. Alfonsín reunió a gentes de todas las condiciones, radicales o de otra afiliación política, incluso ciudadanos sin banderías, y dejó sentado la importancia de la democracia. Porque si un mensaje claro quedó de este acontecimiento es el tema de la vigencia del sistema.
Un sistema que estaba algo deteriorado o devaluado en los últimos tiempos por actitudes de dirigentes que comprometían la credibilidad del sistema, con crispaciones, intolerancia y otros pecados propios de la falta de consenso.
Confundir adversario con enemigo ha sido quizás una de las conductas reprochables de estos dirigentes, que se encargaron de empañar las cosas.
Pero llegó la muerte de Alfonsín, el desfile interminable de gente por el Congreso, para que todos pongan sobre el tapete una de las condiciones fundamentales del ex presidente, el culto de la democracia, y su lucha incansable por la afirmación del sistema.
La democracia recibió un golpe de fortalecimiento, encarnado por todos los que se atrevieron a definir al líder fallecido.
Vale esperar que de aquí en más el sistema siga creciendo, y que todos aprendan la lección, y con la luz del líder radical se pueda iluminar el futuro.
En pocos días habrá elecciones, entonces los políticos tendrán que rendir examen, y deberán tener en cuenta más que nunca lo aprendido en estos días. Lo que quiere la gente quedó claramente definido en estos días, ojalá todos hayan aprendido el mensaje.

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