DOS FINALES, DOS REALIDADES

La ùltima semana de junio sirve para recordar los dos tìtulos mundiales que cosechò la Argentina en su historia futbolìstica, primero aquel 25 de junio de 1978 en el paìs y luego el 29 en Mèxico en 1986, con aquel equipo dirigido por Carlos Bilardo, con la figura estelar de Diego Maradona.
Los dos tìtulos se celebraron intensamente por igual, pero mostraron realidades distintas que a la luz del tiempo y del paso de los años generan sensaciones diferentes.
El Mundial 78 tuvo la ventaja de ser locales, pero ocultò una historia que con el advenimiento de la democracia en 1983 se fue destapando, desde el Nunca Màs y desde la CONADEP, la Comisiòn Nacional de Desapariciòn de Personas.
Los futbolistas y el cuerpo tècnico del 78 suelen asegurar que desde el fùtbol se desconocìa la tragedia que vivìa el paìs del proceso, con la junta militar que integraban Jorge Videla, Eduardo Massera y Orlando Agosti.
La desapariciòn de personas, la tortura, el horror -en ese tiempo aunque casi en forma silenciosa ya las Madres de Plaza de Mayo realizaban sus rondas de los jueves pidiendo por sus hijos desaparecidos- eran una cuestiòn corriente, pero que la mayorìa de la gente desconocìa, por supuesto, con la gran excepciòn de los familiares que sufrìan el drama en su seno.
Asì las cosas, con el correr del tiempo se supo la verdad, quedando el mundial y el tìtulo como la gran manera de tapar tanto horror. No hay que olvidar que la Argentina pasò de ronda con un històrico 6 a 0 sobre Perù, en un resultado insòlito que dejò dudas y que generò todo tipo de comentarios, hasta se hablò de un barco con granos que nuestro paìs entregò a los peruanos como manera de transacciòn.
Menotti y los jugadores han desmentido la especie, pero quedò flotando la sensaciòn de duda.
De todas maneras, ese era un gran equipo, con un arquero como Ubaldo Fillol en su mejor momento y con futbolistas de alto vuelo, como Passarella, Luque, Kempes, Valencia, Galvàn, Tarantini, el quilmeño Bertoni y tantos otros, dirigidos por un Cèsar Menotti, que curiosamente estaba afiliado al Partido Comunista.
El otro tìtulo llegò en el 86, en Mèxico. Quizàs pese màs haberlo ganado de visitante y con una producciòn que fue notoriamente de menor a mayor -el equipo se fue de Buenos Aires con la confianza de muy pocos y terminò siendo el de todos-, con un tècnico tan peculiar como el hoy Secretario de Deportes de la provincia, Carlos Bilardo, y con un jugador que estaba en su esplendor, Diego Maradona, que anotò el 22 de junio ese gol a los ingleses que quedò para siempre en la historia. Sì, tambièn el otro, el de la Mano de Dios.
Este conjunto llegò al tìtulo con una personalidad y una jerarquìa increìbles, incluso supo capear en la final la fugaz reacciòn de Alemania para llegar al empate, que puso algo de zozobra, y terminò cerrando el logro con el gol de un joven nacido en Quilmes y hecho futbolìsticamente en Arsenal de Sarandì, Jorge Burruchaga.
Fueron dos tìtulos en la ùltima semana de junio, con dos tiempos diferentes y dos realidades muy distintas, por lo que cada cual sabrà apreciar el valor del logro segùn su òptica. Son los dos ùnicos tìtulos mundiales en fùtbol de Argentina, que sumò tambièn dos subcampeonatos, en el 30 en Uruguay y en el 90 en Italia (los campeones fueron Uruguay y Alemana, respectivamente).
Han pasado 30 y 22 años de estos tìtulos, y la selecciòn argentina todavìa no alcanzò a recuperar el sitial de aquellas etapas, aunque el recuerdo vale para imaginar que se puede volver al màximo protagonismo de esos tiempos.

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