BELIGOY FUE UN DESASTRE, PERO

No es habitual que hablemos del árbitro cuando se trata de comentar los partidos de un Quilmes, que aún no se resigna a dejar de lado la Promoción. Pero este empate con Godoy Cruz, dejó al Cervecero en la cornisa para estar más cerca que nunca de no jugar más por nada en este torneo y al Tomba a un paso de primera.
Y el árbitro Federico Beligoy se convirtió en figura, cometió demasiados errores, sobre todo en perjuicio del Cervecero, y el más grosero, un penal que ignoró cuando el remate de Giampietri hacia el arco fue desviado por el brazo de un defensor tombino.
La hinchada quilmeña se cansó de tirar improperios contra el encargado de arbitrar, en una tarde-noche desastrosa.
De todas maneras, a la hora de evaluar el futuro Cervecero, no hay que echar la culpa a Beligoy, porque Quilmes se encontró con un rival que jugó a empatar y lo lógró, y que le cerró los caminos para llegar al arco.
Frente a ello, los dirigidos por Alberto Pascutti pusieron toda la voluntad, el esfuerzo, pero estuvieron lejos de aportar ideas, lo que fue favoreciendo al visitante que se aferró al punto sin ponerse colorado, como paso previo al ascenso.
Quilmes no pudo y no supo quebrar la defensa adversario, le faltó claridad para encontrar los espacios y no intentó fórmulas para abrir la oposición mendocina. No hubo tiro de media distancia, fue prácticamente imposible provocar el mano a mano y las pocas situaciones que se crearon, fueron desperdiciadas.
De todas maneras, la sensación que quedó latente en estos tres partidos de la Era Pascutti fue que se llegó tarde a esta solución de la crisis, que dejó afuera primero a Alberto Fanesi y luego a Pancho Martínez.
El Beto pareció encontrar el remedio adecuado a la enfermedad Cervecera, rápidamente motivó a los jugadores y logró lo impensado tiempo atrás. Lógicamente, fue tanto lo perdido en el período anterior que se hacía casi imposible llegar a la meta de la Promoción. Para eso había que ganar los cinco partidos de la Era Pascutti y esperar que los otros perdieran puntos.
Ahora que se empató este tercer partido, las cosas se complicaron sobremanera, porque por ejemplo Unión quedó cuatro puntos arriba, faltando seis en juego, y Belgrano puede emparejar al Tatengue si este lunes le gana al flamante ascendio San Martín en Tucumán, aprovechando que los norteños están de festejo en festejo.
Quilmes sólo depende de un milagro para suponer un lugar en la Promoción. La inyección Pascutti llegó tarde y con demasiadas urgencias como para significar el remedio total. Por ahora sólo es un paliativo, capaz de permitir afirmarse en la categoría, dejar que pase lo que falta y sí pensar en el próximo torneo con un plan adecuado, sin perder el rumbo de los objetivos trazados cuando se habló de trabajo a largo plazo.
Habrá que mantener la base, reforzar las líneas que están algo endebles, aunque, eso sí, sin dejarse llevar por el pecado de los últimos años de traer carradas de jugadores para ver si las cosas salen. Alguna vez habrá que pensar en un proyecto sólido, que sólo puede concretarse con tiempo y paciencia. En términos futbolísticos, para lograr el ascenso hay que planificar y buscar el camino adecuado por el lado de la razonabilidad. Hay que ser equilibrado y trabajar con profesionalismo, para que el déficit que se ahondó en esta segunda rueda, pueda ser superado. No hay que olvidar que los 33 puntos del Apertura en 19 fechas, se transformaron en el Clausura, en 17 fechas, en apenas 18, es decir, prácticamente la mitad o un poquito más. Los males sólo podrán curarse con sentido común, que no siempre es el más común de los sentidos.

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