UN ENFOQUE DEL LICENCIADO VERANO

El licenciado Alejandro Verano es el rector de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata, y en una columna publicada en la página web de la Universidad expresa su opinión, digna de desarrollar, sobre un tema de candente actualidad como es la pregunta sobre Libertad de prensa o libertad de empresa.
Comienza diciendo que en estos días de abril de 2008 asistimos a una de las más significativas y profundas discusiones públicas que se recuerden, en estos casi 25 años de democracia ininterrumpida en nuestro país, sobre el sentido y el lugar de las empresas periodísticas y los alcances con el estado y la sociedad civil.
Hace algunos días en una solicitada de ADEPA, Asociación de Entidades Periodísticas Argentians, una de las asociaciones que nuclea a los dueños de empresas de medios de comunicación en el país, (y cuyo comportamiento público en la última dictadura militar merecería una profunda revisión histórica), se alertaba sobre el superfluo, anacrónico y perverso propósito del gobierno nacional de controlar al periodismo para adocenarlo, y se expresaba inquietud sobre el relanzamiento del Observatorio contra la Discriminación, que hizo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y en el que invitó a sumarse a las carreras de comunicación de las universidades nacionales, al caracterizar la iniciativa como una tarea de vigilancia sobre la prensa: se trata de un instrumento que bajo el eufemismo objetivo de la diversidad apunta a controlar la tarea informativa desde diversos organismos del Estado, algunos de ellos con poder punitivo como el COMFER. El organismo lamentó además que el anuncio se haya efectuado en circunstancias conflictivas de orden general y en especial relativas a la cobertura periodística de la protesta del sector agropecuario.
Estos argumentos vienen siendo reproducidos las 24 horas del día, los siete días de la semana, por parte de algunos periodistas, locutores, conductors y/o simples opinadores de los principaoles medios de comunicación de alcance nacional, a quienes acompañan activamente los dirigentes de los principales partidos políticos y sectores de oposición al gobierno, cívicos y no tan cívicos. Esta generalizada campaña, además de la reproducción de los citados argumentos, viene consagrando algunas otras consignas tales como... :este es un panorama extremadamente peligroso para el ejercicio de la libertad de prensa, que es una de las bases del sistema democrático..., ... el público tiene hoy el poder del control remoto, y la libertad de elegir qué canal mira, qué diario lee y qué radio escucha..., ... los medios sólo reflejan la realidad, y eso es lo que no le gusta al gobierno..., ... el estado no tiene que intervenir en la libre circulación de la información... entre otras.
Estas afirmaciones, construidas como una gesta libertaria, esconden concientes operaciones ideológicas de quienes pretenden aferrarse a la conservación de sus negocios políticos y económicos, y utilizan para ello la abrumadora desigualdad existente en el acceso a lso medios, como consecuencia directa de los procesos de concentración como nunca a buena parte de la actividad económica del país. Aceptando que un desarrollo analítico que contribuya a desmontar estas operaciones ideológicas es parte esencial de nuestra tarea como universitarios, que debe apuntar a la generación y transferencia de pensamiento crítico como uno de sus objetivos permanentes, y comprendiendo al msimo tiempo la dificultad de hacerlo en pocas líneas, quiseira aprovechar las mismas para una breve exposición de dos de las ideas que subyacen a esta monumental campaña de prensa, a) la discusión sobre la aparente neutralidad de medios y periodistas, b) la discusión sobre la manera en que el mercado pretende legitimar su única verdad.
a) Desde los inicios de la institucionalización de las carreras de comunicación (allá por los años 80) se han elaborado en nuestras casas de estudio infinidad de rigurosos trabajos que dan cuenta en forma contundente que los medios de comunicación no pueden ser concebidos solo como trasmisores de información, sino que es necesario coprenderlos en su caracter de actores sociales y politicos que como tales disputan poder con otros agentes en el espacio social, asumiendo discursos preexistentes y compitiendo con otras prácticas y entre sí para legitimarse como espacios de expresión y representación colectiva. Los medios no son solo tecnias, instrumentos neutros, sino que adquieren sentido desde su espesor sociocultural e historico. No reflejan la realidad sino que contribuyen junto a otros actores a construirla. Los medios conwtruyen el acontecimiento, no lo reflejan. Como diría Walter Benjamín, la técnica es social antes que técnica.
b) Existió hace no demasiado tiempo, un momento coincidente con varias derrotas (y con una gran victoria, la del mercado), donde muchas voces se alzaron para decir que la historia se había acabado. Si la historia se había muerto,. si no iba a ningún lugar más que al que estaba, si quedaba congelada, también discutir la existencia de la verdad perdía sentido. Como nos dijo Lyotard, en su informe La Condición Posmoderna: Se han muerto los grandes relatos, las grandes verdades del marxismo, del cristianismo, de la ilustración, y esto va a significar el aumeno de la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados.
Pero lo realmente fuerte es que la verdad no es más verdad. Es así que para los noventa, la política se hizo videopolítica, la historia, micro relato y diversidad, el pueblo, público, la educación se diseminó y fragmenó, las fronteras parecieron esfumarse en la globalizacion y mundialización de la cultura.
El mercado se transformó en el único gran relato, tan omnipresente y naturalizado, en todas las relaciones sociales que ni siquiera tenía que ser descubierto. Si no había más verdad, tal vez al periodismo le quedaba sólo contar los fragmentos y la diseminación. El periodismo, sin verdad, sin el desafío de la verdad, se transformaba más que nunca en una serie de rutinas e instrumentos para contar la única verdad posible: el mercado y sus mercancías, entre las que estaba la noticia.

Luego del 11 de setiembre

Sigue diciendo el licenciado Verano que hoy, luego del 11 de setiembre que no fue una deconstrucción, del 2001 que no fue videopolítica, de la exclusión sin parangón en la historia que no disemninó sino que polarizó la sociedad entre un mundo vivible y otro invivible, hoy, cuando las fronteras que se decían desaparecidas se erigen con hierros blindados, ya no es posible seguir pensando que no hay verdad, hoy se hace insostenible asumir que la realidad es un simulacro.
La existencia de la verdad se hace inexorable. Tal vez de una verdad que ha aprendido a no decirse universal. Que no puede pensarse más de una vez y para siempre, desde un solo lugar, que se sebe construida pero no sólo por el lenguaje, sino también por el peso de la materialidad y la fuerza. Que está hecha de lo silenciado, pero que no puede dejar de verse más alla del afán posmoderno. Y es aquí donde hay que ver qué papel juega el periodismo. O los periodismos. Porque seguramente estamos en condiciones de decir que seguirán estando los que se relamen con los micro relatos (que van de la mano de un gran relato nunca muerto: el del mercado) y que seguirán estando tambien aquellos que desde los más variados compromisos enfrentarán la aparente verdad única de que las reglas de juego de las mercancías llegaron para quedarse.
Finalmente, cabe reafirmar que en este contexto existimos también una multiplicidad de actores sociales, que hace muchos años venimos participando en un proceso de discusión y construcción de alternativas comunicacionales plurales y democráticas.
Asociaciones de radio comunitarias, sindicatos de prensa, organismos de defensa de los derechos humanos, universidades y algunos periodistas valientes y consecuentes (algunos de ellos además, verdaderos maestros del periodismo) que hoy más que nunca seguimos comprometidos con la defensa del derecho a la comunicación (derecho que es de nuestro pulo, no de las empresas de medios), seguimos comprometidos con la necesidad de debatir e impulsar la creación de una Ley de Radiodifusion democrática,. Segumos comprometidos con la defensa de los derechos de los trabajadores de prensa (que no es lo mismo que la defensa de las empresas que los contratan). Seguimos comprometidos con la idea de que el estado debe intervenir y comprometerse en la defensa del interes público, y no abandonarlo a los intereses del mercado. Seguimos comprometidos con la defensa de la comunicación y el periodismo como un bien social, y no como un objeto más expuesto a las lógicas de la oferta y la demanda.
Y muchos de nosotros seguimos pensando también que la concentración monopolica de los medios de comunicación es una verdadera pistola en la cabeza para el fortalecimiento de la democracia en la Argentina.

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