EL CUENTO DE LAS COSAS PERDIDAS

Por Mariana Caruso


A veces me hago preguntas raras... Por ejemplo, cuando se pierden las cosas, ¿a dónde van? Cuando uno, supongamos, está convencido de haber dejado una birome en un determinado lugar y después no aparece, o revuelve todo y da vuelta la casa buscando algo, sin resultados. Descontado que se lo haya llevado alguien, lo extraviado, ¿a donde va? Por ahí se materializa en un gran Centro de Objetos Perdidos. Estaría bueno ir, yo me lo imagino como una enorme despensa, y adelante un mostrador con uno de esos timbrecitos que cuando los tocás acude el encargado. Aparece el tipo, flaco, demacrado y ojeroso, tiene unos pocos pelos grises. Está vestido con un traje gris, inclusive parece como si portara un aura gris, es la viva (o no tanto) imagen del abandono. Y claro, justamente ese el encargado de los objetos perdidos, olvidados, abandonados. Con su eterno aire de aburrimiento pregunta:
-Sí, buenas tardes, ¿qué buscaba?
-Buenas tardes. Estaba buscando un recuerdo perdido.
-Bueno, necesitaría más información. ¿Cuándo lo perdió, aproximadamente?
-Eehhh... déjeme pensar. Hace poco. No, espere, hace mucho. No, a ver, no recuerdo...
El tipo, visiblemente irritado dice:
-Vamos, señorita, no tengo todo el día, estoy muy ocupado, dígame cuánto timepo lleva extraviado este recuerdo suyo y liquidemos el asunto.
-Y... calculo que entre uno y dos años.
-Ajá, ¿Género?
-¿Género?
El hombre, con mirada malhumorada, casi fulminante, recita:
-En este lugar almacenamos recuerdos olvidados en el tiempo, muñecos aparentemente perdidos, papeles extraviados, cumpleaños no recordados, paraguas dejados en taxis o paragueros ajenos, el otro par jamás hallado de los aros, inclusive perros no encontrados y llaves de dueños despistados. Si usted no me facilita ni siquiera de qué género es el recuerdo, me resultará imposible encontrarlo.
-Está bien. Creo recordar que era un recuerdo alegre... agradable. Era de verano... Sí, definitivamente tenía olor a verano.
El encargado mira en un par de los innumerables ficheros que están sobre los estantes.
-¿Tenía algo que ver con una fiesta? ¿O con grandes reuniones, puede que al aire libre?
-No, seguro que no.
-¿Y con algún amor perdido, quizás?
-No sé, no creo.
-Bueno, déjeme buscar, esto va a llevar bastante tiempo.
-No, bueno, deje. En realidad, tampoco tenía muchas esperanzas de encontrarlo. Déjelo ahí -resignadamente. Disculpe la molestia. Buenas tardes.
El encargado ve alejarse a la joven, que probablemente nunca hallaría ese recuerdo. Mientras toma un sorbo de café, comenta al aire:
-Esta gente, que siempre olvida lo que no recuerda.

Comentarios