HOMENAJE A DON ATA...



El jueves 31 de enero se cumplen cien años del nacimiento del gran maestro Atahualpa Yupanqui, el máximo exponente como autor y compositor del folklore nacional, con enorme trascendencia internacional.

En realidad, se llamó Héctor Roberto Chavero, nació en Pergamino el 31 de enero de 1908. Cantor, guitarrista, poeta, compositor, recopilador.

Recorrió el país, abrevando en los valles, en los montes, en las alturas, todo lo que fue volcando en una prolífica obra, que sin duda se cuenta como un rico material para quienes quieran conocer el paisaje argentino y el hombre de esta tierra en su real dimensión.

Autor de más de mil quinientas canciones, con temas que han quedado como auténticos clásicos del folklore, como Camino del Indio (ese que hablaba de aquella senda del aborigen... la que "junta el valle con las estrellas"), Luna tucumana, El arriero...

Fue un eterno embajador de la música argentina, con su decir, con su canto, con su guitarra. Llegó a tocar en los lugares más importantes del mundo, ante públicos distintos, que algunas veces si bien no entendían el idioma quedaban maravillados por los acordes de su guitarra y la frescura de su voz.

Por sus ideas y por su libertad, sufrió persecuciones y estuvo prohibido, lo que lo obligó a radicarse en el exterior.

Precisamente, tras un primer fracaso matrimonial, conoció en los 40 a Nenette, en realidad la canadiense Paule Pepin Fitzpatrick, la gran compañera de camino -madre de Roberto, hoy encargado de la Fundación que lleva el nombre de Atahualpa- y que incluso colaboraba en la parte musical con el seudónimo de Pablo del Cerro.

Atahualpa, sin duda, es una parte muy importante de la cultura argentina, a la que engrandeció con su obra (el más importante festival folklórico del país, el de Cosquín, se realiza en el escenario que lleva el nombre de Yupanqui).


Cerro Colorado


Don Ata murió en Francia el 23 de mayo de 1992 y sus restos fueron repatriados a Cerro Colorado, Córdoba, lugar al que el maestro regresaba después de cada uno de sus largos viajes por el mundo. Hoy ese hermoso lugar es museo.

El Museo está en el Cerro Colorado, Departamento de Río Seco, Provincia de Córdoba. Atahualpa había bautizado al Río de los Tártaros, en ese lugar, como Agua Escondida. Era su refugio, y como dice su canción: no hay pago como mi pago, viva el Cerro Colorado.

En esa morada, hecha museo, vale repetirlo, se pueden encontrar pertenencias del artista, depósitos de nostalgia y sentimiento. Un cuadro de Quinquela Martín, la guitarra personal de Don Ata, fotografías con artistas famosos, un retrato de Andrés Segovia.

La casa está enmarcada en un paisaje pintoresco, a orillas del río de los Tártaros, o Agua Escondida como le llamaba Yupanqui.

En el emocionado recuerdo de Atahualpa, baste simplemente cantar los primeros versos de uno de sus temas más populares: yo no le canto a la luna, porque alumbra y nada más, le canto porque ella sabe, de mi largo caminar...

Sin duda que lo sabe, como todo el pueblo argentino, que está rindiendo este merecido homenaje al maestro.






Comentarios