ENTRAÑABLE BOCHINI

Seguramente debe ser el mejor programa de los que conduce Alejandro Fantino por la tele, en el cable, cuando invita a personalidades para recorrer su vida deportiva, con un toque de nostalgia y mucha emoción.
En uno de esos estuvo Ricardo Enrique Bochini, el popular Bocha que durante años llevó la camiseta de Independiente, habiéndose convertido en uno de los pocos ídolos que empezó y terminó su carrera en el Rojo.
Bochini contó su llegada desde Zárate a la institución de Avellaneda, con la recomendación de Miguel Giachello, los años vividos en el club, con el entusiasmo que generaba su sola presencia.
El Bocha, hoy marido y padre de familia ejemplar, mantuvo su condición de gran ser humano, es el chico de barrio que nunca cambió, por lo menos eso se desprende de los testimonios y de las actitudes del hombre de hoy, que hasta se emociona cuando tiene que entregar al conductor una camiseta con su número, la expresión de gracias maestro, que la firma deportiva que representa pergeñó.
Quedó flotando en el ambiente una sensación de injusticia, que marcó Mónica, la hermana del astro, por qué no se llamará Ricardo Bochini el estadio que está construyendo Independiente, al que se decidió ponerle Libertadores de América, por ser el Diablo el Rey de Copas.
Bochini ensayó un atisbo de protesta, por lo menos reflexionó que podrían ser los socios y simpatizantes los que se encarguen de elegir el nombre, ya sea él u otro. Y recordó que los estadios futbolísticos llevan nombres de personas de carne y hueso, algunas vivas y otras ya fallecidas pero que dejaron su impornta. Entonces, sería lógico ponerle Estadio Ricardo Enrique Bochini.
Queda como consuelo la devoción que tienen hinchas y aficionados de otros clubes por el futbolistas, y su pueblo natal, Zárate, le puso el nombre a una calle.
En esta entrañable charla, el Bocha dejó caer la anécdota de su breve paso, en febrero de este año, por Barracas Bolívar y contó que hubo que realizar los papeles del pase de Independiente a Barracas Bolívar, porque era un partido oficial y el rival podía protestar los puntos. En fin, con la ternura de un chico grande, Bochini volvió a demostrar, como cuando jugaba y metía esos pases a domicilio para que el delantero anotara, que sigue siendo tan grande en la humildad como siempre.

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