PARANGON ENTRE INTERNET Y DEMOCRACIA


En un artículo publicado hoy por el diario Perfil, escrito por el sociólogo y consultor político Gonzalo Arias, titulado Tecnología y ciudadanos, ¿en qué se parece internet a la democracia? se dan datos que valen en estos tiempos de tanta cibenética.
Se dice que la red social más utilizada en el mundo es facebook y este año alcanzó la friolera de 1860 millones de usuarios activos, mientras que Twitter superó los 310 millones y con solo cuatro años de vida, Instagram anunció 500 millones de usuarios.
Más adelante se recuerda que Internet logró conectar y hacer dialogar a más de 3500 millones de personas. A diario se envían casi 7 billones de emails, escribiendo más de 500 millonesd e tuits, publicando casi 500 mil nuevos artículos en sitios como Word Press y subiendo más de 95 millones de fotografías a Instagram. Un gran proceso de comunicación y conversación que solo es posible dimensionar a partir del uso de herramientas de análisis de la dimensión del Big Data. 
Sostiene el autor que "incluso en algunos casos es necesario complementar el análisis con un diccionario, solo para entender que dos billones, es decir el total de las búsquedas anuales que se hacen en Google significan 2.000.000.000.000 (2 + 12 ceros).
A partir de aquí el autor hace un parangón entre internet y la democracia, afirmando que no sería posible -la democracia. sin el vínculo con "el otro". 
Explica que la diferencia pasa por los twitter en la que los ciudadanos se expresan, con sus disconformidades, y creando tanta o más información de la que reciben. "Este hábito deja así en orsai las pretensiones arcaicas de muchos políticos, que pretenden llegar a los corazones de los votantes y eventualmente ganar elecciones, solo dando grandes y elocuentes discursos en la plaza pública. A veces emociona más una imagen en Instagram que un distorsionado discurso en altavoz".
Y subraya Arias más adelante que en la actualidad "la comunicación política revaloriza el rol que las relaciones personales tienen en la formación de la opinión pública. Se pondera el valor que cada elector tiene para expresarse. La de hoy es una persona cualitativamente diferente a la que votó por primera vez en los 80. Hoy en día, quizás, escribe posts en su blog, participa por periscope de una manifestación en Nueva York, hace un Snapchat desde su departamento de Palermo o simplemente tuitea que el legislador de su distrito es un corrupto.
Cierra el artículo destacando el rol del ciudadano, expresando que "a pesar de la contingencia y la vorágine de los cambios que se producen en la red, lo que permanece allí incólume es el creciente rol que los ciudadanos adquieren en la formación de la opinión pública".

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